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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Más piche, que es la guerra

Hubo un tiempo en que el PSOE se opuso con uñas y dientes a la variante exterior de La Laguna, que ha tenido tantos nombres que se hace imposible recordarlos. Hace no demasiado tiempo, la portavoz socialista en el municipio lagunero defendía como única solución admisible el soterramiento de la autopista a su paso por el municipio. Hoy los que decían una cosa dicen otra y los que decían otra dicen una. Para echarles de comer aparte.

Los tiempos cambian. Y las ideas también. Pero a veces esas transiciones solo tienen que ver con los sillones y los traseros. Los que antes estaban en la oposición a la variante, porque destrozaba zonas de cultivos y porque se cargaba parte de los barrios aledaños al Aeropuerto, hoy están a favor con el argumento de que servirá para salvar las huertas de la vega lagunera, que según sostienen son la reserva agrícola de Occidente.

No entiendo muy bien de qué se va a salvar la vega lagunera, que no tiene vela en este entierro. Está justo al lado contrario de todas las soluciones viarias que se han planteado. Eso por no entrar a considerar qué tiene de agrícola una zona que se ha convertido en residencial: debe ser que en los jardines de los chalés se plantan papas.

Con el cierre del anillo insular, que evitará la llegada al área metropolitana de casi veinte mil vehículos diarios, con el túnel que conectará la carretera de La Esperanza con la autopista y con el peatonal elevado en el Padre Anchieta, es probable que se solucionen los atascos de tráfico en la autopista a su paso por La Laguna. Pero, en todo caso, la solución al transporte en nuestra isla no puede pasar por seguir tendiendo carreteras como en una especie de sudoku infinito de piche.

Hubo un tiempo en que se defendía –incluyo a los socialistas– que el tranvía llegara hasta Los Rodeos y el proyecto de un tren que enlazara el norte de nuestra isla con el sur, pasando por el área metropolitana. Cambiar ese proyecto de futuro por una chapuza que se lleve por delante huertas y barrios, enterradas bajo el nuevo piche, es un grave error. Incluso aunque esa variante funcione.

Algunos consideran que se trata de una traición a La Laguna. Más bien creo que se trata de pura incompetencia. Esta isla ya solo piensa en pequeño. Los trenes, las grandes presas, aeropuertos y puertos –con regasificadoras– solo se hacen en Gran Canaria. Donde hoy está el verdadero poder político y económico. Para qué nos vamos a engañar.

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