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Moscú, San Petersburgo y Ucrania

En enero de 1984, Carlos Puente Martín llegó a Moscú, por entonces la capital de la Unión Soviética, para trabajar como agregado comercial de la embajada de España. Su primera visita fue a la Plaza Roja, donde el Kremlin. En mayo de 1971 tuve la oportunidad de volar a Moscú con ocasión del partido de fútbol URSS-España de la copa de Europa y gracias a un permiso especial concedido por el gobierno español a los cinco mil españolitos que decidimos viajar al que fuera Imperio ruso desde Tenerife gracias a un charter organizado por Viajes Insular, con escalas en Palma de Mallorca, Viena y Polonia. Llevamos vino tinto de La Matanza y música canaria de un grupo especial de guitarristas y timplistas. A cambio recibimos vodka y un disco de Chaikosky. Nuestro equipo tinerfeño era muy diverso con prevalencia de hombres y algunas jóvenes mujeres. Los varones eran Opelio, delegado provincial de Turismo, Fernando Machado, Ernesto Salcedo, director de El Día, carpinteros de la Villa, dirigentes deportivos y entrenadores de fútbol, médicos, y algunos jóvenes y maduros empresarios, entre otros. Al finalizar nuestra estancia en Moscú algunos de nuestros amigos, mayores de edad y progresistas de izquierda, dudaban de si realmente habíamos estado en Rusia. Tuvimos que acudir a la guía rusa, Nora, casada con un cubano, para confirmarles nuestra estancia en esa Rusia que ellos habían soñado antes del viaje.

Lo primero que hicimos al llegar a Moscú fue visitar, como Carlos Puente, la Plaza Roja donde nos acercamos al sepulcro de Lenín y posteriormente al edificio El Picadero proyectado por un ingeniero español en 1817, el canario don Agustín de Betancourt y Molina quien había sido contratado por el zar Alejandro I. Agustín había nacido en 1758 y fue el segundo de los hijos del matrimonio de Don Agustín Betancourt y Castro, natural de Gran Canaria, y doña Leonor Molina y Briones, hija del marqués de Villafuerte, de Garachico. El primogénito fue José, que en 1812 fue el primer alcalde constitucionalista de La Orotava, mi Villa natal. El tercer vástago fue la niña María del Carmen, nacida también en 1758. A don Agustín comenzamos a conocerlo y estudiarlo cuando nos enteramos que había marchado a San Petersburgo (Rusia) en 1808 cuando la guerra de la Independencia contra los franceses. Lo primero que hizo en la capital rusa fue fundar la escuela de Ingenieros de Vías y Comunicaciones como en Madrid unos años antes.

Muerto Franco cambió la política española y más tarde cayó el comunismo en Rusia cuando irrumpe la perestroika de Gorbachov en 1985. Ya se había aprobado en 1978 la Constitución española y se proclamó la voluntad de colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra. Rusia y España inician sus relaciones y tres egregios españoles aparecen en la corte de San Petersburgo, tal como lo cuenta recientemente en su libro el amigo Carlos Puente Martín, a quien conocí en el Puerto de la Cruz cuando vino en 2018 a Tenerife a participar en las jornadas organizadas por el ayuntamiento portuense con ocasión del 260 aniversario del natalicio de Agustín de Betancourt. Un ingeniero por excelencia en palabras de Dmitry Kuznetsov cuando edita otro libro en 2018 después de su traducción al español.

Carlos Puente es doctor en Ciencias Económicas, analista político y económico, experto en países de Europa Central y Oriental. Editó en 2019 un libro muy singular acerca de Tres Egregios Españoles en la Corte de San Petersburgo, José de Ribas y Plunken, militar y urbanista, Vicente Martín y Soler, el músico de Catalina II, y Agustín de Betancourt y Molina, el ingeniero que modernizó Rusia. Carlos me lo regaló recientemente, diciembre de 2021, cuando se acercó de nuevo a su admirado Puerto de la Cruz donde le gusta fotografiarse ante el busto de Agustín de Betancourt, en la plaza de la Iglesia, frente al actual Hotel Monopol donde había nacido Agustín en 1758. Al igual que le apeteció fotografiarse a Dmitry Kuznetsov cuando vino con sus compañeros de la universidad politécnica de San Petersburgo Pedro el Grande; es doctor en ciencias filosóficas y miembro de la Unión de Escritores de Rusia. Viajaron al Puerto de la Cruz para celebrar los actos organizado con motivo de la declaración de Agustín de Betancourt como Hijo Predilecto de la ciudad turística promovida por este relator y dar a conocer la distinción al nombre de Agustín de Betancourt, que el gobierno de San Petersburgo concedió a uno de los puentes modernos del río Neva.

Según nos cuenta Carlos Puente, Betancourt viajó por Crimea (donde proyectó la reconstrucción de su puerto) la península natal de la pianista, Nataliya Nikolyeva, que estudió en Lviv; luego por Feodosia y Sebastopol, más tarde por Jerson y también por Odesa, la tercera ciudad de Ucrania fundada en el siglo XVIII por el egregio militar y urbanista, José de Ribas, por orden de la zarina Catalina II, amiga de Francisco de Miranda. Ahora hay personajes que escriben de Rusia y de Ucrania, de Putin y Zelensky, de comportamientos, de equidistancias y de hipocresías. ¡Lo que hay que leer!

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