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José Vicente González Bethencourt

De la pandemia por covid a la invasión de Ucrania por Putin

Cuando vamos dejando atrás la cifra escalofriante de fallecidos por la covid-19, tropezamos con los muertos por orden de Vladimir Putin de invadir un país soberano por aspirar, con todo su derecho, a integrarse en Europa y en la OTAN, una gestión que el multimillonario más poderoso del planeta, Putin, considera una amenaza para él y para Rusia. Y con esa excusa, los tanques y misiles rusos bombardean lugares estratégicos de Ucrania, matando de paso a civiles ajenos a una guerra que, si el mundo occidental no lo impide, conseguirá la desaparición de Ucrania.

Al mismo tiempo, los ciudadanos partidarios de la paz y de agotar todas las negociaciones posibles con tal de evitar una masacre asistimos atónitos a unas declaraciones iniciales de Putin asegurando que solo se trataba de ejercicios militares fronterizos y que no estaba en su cabeza la invasión de Ucrania, y mientras se celebran reuniones en busca de la paz, Putin ordena avanzar en la criminal invasión de Ucrania, con la consiguiente muerte y éxodo de niños, mujeres, jóvenes y personas mayores indefensas.

Las imágenes de las colas de ucranianos en busca de una frontera, en refugios como el metro, donde se hacinan, de viviendas destruidas, o de la situación caótica de los hospitales, resultan desgarradoras, mientras los varones de 17 a 60 años se integran en las fuerzas armadas ucranianas, un ejemplo de solidaridad y amor a su tierra, capaces de dar su vida por ella.

Por Ucrania pasa el gas importado por la Unión Europea, de ahí, entre otros motivos, su importancia estratégica, y, por otro lado, como Rusia la tiene como vecina fronteriza, no se fía para nada de los pasos dados por Ucrania para integrarse en Europa y la OTAN.

Las imágenes de los ataques contra la ciudad de Kiev me producen un enorme dolor porque la visité como turista en 1983 cuando Yuri Andrópov era el máximo dirigente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y expresidente del KGB, la temible Policía Secreta de la que tanto sabe Putin. Pude entonces comprobar la pobreza en la que vivía el pueblo llano en contraste con la riqueza de los dirigentes soviéticos. Tenía mucho interés en conocer in situ la realidad comunista, y cuál no fue mi decepción cuando vi que no se trataba de una dictadura del proletariado sino de una dictadura feroz contra el proletariado.

Las visitas que hice siempre estaban controladas por la policía, y aunque poca información pude obtener del guía, un joven enviado a Cuba para aprender español, sí resultaba notorio que al llegar al hotel no pasaba de la puerta hacia adentro, y una vez dentro del ascensor, siempre había alguien con mirada penetrante que nos observaba de arriba abajo y de abajo arriba mientras pulsaba el botón del piso de nuestra habitación.

Putin, lo mismo que hizo Hitler, amenaza ahora el equilibrio internacional y la paz europea y mundial al invadir un país vecino, soberano y democrático, miembro de Naciones Unidas, y humilla al presidente de Francia, Emmanuel Macron, al garantizar a este que no preparaba la invasión de Ucrania, sino solo maniobras militares, con lo que un engaño como ese pone de manifiesto sus intenciones expansionistas, lo que supone un serio peligro para los países limítrofes y la Humanidad, con el silencio cómplice de países como la República Popular China, mientras una parte importante del pueblo ruso se manifiesta contrario a la invasión del pueblo ucraniano, al que consideran hermano, aún a sabiendas de la represión que sufren los manifestantes.

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