Cualquier guerra es un fracaso para la humanidad. Tiene consecuencias negativas directas sobre las personas y sobre el legítimo futuro al que aspiran las familias en conflicto.
El impacto puede tener efectos globales si el tiempo y la intensidad van a más, con consecuencias sobre la recuperación económica y el empleo.
Se ralentizarán los efectos previstos en la inversión aparejada a los fondos europeos postpandemia, elevará los costes de producción y tensionará aún más el incremento de la inflación.
Se paralizarán las inversiones actuales y previstas y tendríamos que buscar suministros alternativos al gas, o cereales, tanto para el consumo humano como animal.
En cuanto al sector turístico, estaremos afectados por el cierre del espacio aéreo con Rusia y esperemos que no se extienda a otros países colindantes o próximos.
Coinciden en el tiempo con el hecho de que el panel de expertos contratado por el Ministerio de Hacienda emite su informe sobre la nueva fiscalidad que necesita España, a su juicio, proponiendo un incremento de recaudación fiscal que se acerca a los 60.000 millones de euros.
Mientras tanto los empresarios hemos presentado un informe mediante el cual se puede mejorar el resultado de los presupuestos públicos bajando impuestos y adelgazando el gasto ineficiente de las Administraciones Públicas.
Nada se escucha de que se sostengan los incentivos al REF de Canarias, o se mejoren (debe ser porque no había fiscalista propuesto por Canarias), ni si ese es el modelo de pacto de rentas que ofrece el gobierno incrementando la presión fiscal sobre las empresas para bajar su beneficio disponible, por lo que mucho nos tememos que tendremos que seguir vigilando esta iniciativa en este tiempo que ha otorgado el ministerio de que «en tiempos de guerra no es el momento».
