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con la historia

Un siglo de guerras y petróleo

Una de las cosas que está haciendo la comunidad internacional para intentar detener la invasión rusa de Ucrania es tomar medidas a nivel económico. Estos días se han anunciado varias sanciones, como la expulsión de bancos rusos del sistema SWIFT o el bloqueo del espacio aéreo. Y antes de todo esto, Alemania ya había suspendido la aprobación del gasoducto Nord Stream 2. Se trata de una infraestructura diseñada para llevar gas desde Rusia a la Unión Europea con capacidad para abastecer a unos 26 millones de hogares. El objetivo era conseguir resolver la escasez de esta materia y combatir la escalada de precios que se está viviendo en los últimos años (y que sufrimos cada vez que llega la factura a casa). La cuestión es que el gasoducto ya está construido y solo faltaban los permisos oficiales para autorizar su entrada en funcionamiento, algo que se ha pospuesto sine die. No escapa a nadie que una de las consecuencias que va a tener para nosotros la guerra de Ucrania será el encarecimiento de materias primas básicas como el gas o el petróleo. Tenemos el mundo montado de tal modo que apenas se puede fabricar ni mover nada sin el oro negro.

La Gran Guerra

Esta dependencia del petróleo empezó hace un siglo por otro conflicto bélico: la Primera Guerra Mundial. Los historiadores suelen considerar que marca el verdadero inicio de la entrada a la modernidad. Suelen hablar de un siglo XIX largo, que habría comenzado con la independencia de EEUU (1776) y la Revolución Francesa (1789) y habría terminado con la Gran Guerra (1914-18); momento en el que el mundo experimentó una transformación irreversible.

Si el XIX fue el siglo de la industrialización, el XX fue el de la mecanización, la producción en cadena y de la cultura de masas. Y todo esto se pudo empezar a apreciar en los campos de batalla de la Europa. Tal y como apunta Brian Black, profesor de historia de Penn State, durante la guerra se vivió una verdadera transición energética. Se ve enseguida al comparar fotografías y filmaciones del principio del conflicto con las de las últimas batallas. Al principio los ejércitos todavía contaban con la fuerza animal para mover armas y provisiones (había un caballo por cada tres hombres), pero lo que más se recuerda de aquella guerra terrible es por la aparición de nuevas máquinas de matar como los tanques y los aviones. Artilugios autopropulsados gracias a motores de combustión que funcionaban con petróleo. Esta era la gran diferencia con máquinas del siglo anterior, como el ferrocarril, que requería carbón. Hasta la Primera Guerra Mundial no se sabía qué hacer con el petróleo y solo derivados como el queroseno servían para la iluminación.

Los Estados Mayores de los ejércitos se dieron cuenta de que el petróleo era mucho más fácil de transportar que el carbón y, sobre todo, más barato. Todos los países se lanzaron a fabricar maquinaria basada en ese nuevo combustible y, además de tanques y aviones, se produjeron camiones, barcos, automóviles y motocicletas. Y cuantos más producían, más petróleo necesitaban. Esto hizo que, de repente, un recurso que hasta entonces no había despertado ningún tipo de interés se convirtiera en una materia prima de importancia estratégica vital para asegurar la victoria. Ya no se trataba solo de conquistar las tierras del enemigo, sino también de garantizarse el abastecimiento de combustible. Esto explica que, de repente, las tierras de Oriente Próximo despertaran más interés por el Imperio británico o que Prusia se asociara con el Imperio otomano. Las primeras prospecciones indicaban que de ahí se podrían obtener grandes cantidades de ese nuevo y deseado tesoro. De todas formas en aquel momento el gran productor de crudo era EEUU, que abasteció a los Aliados durante toda la guerra. Hay quien dice que esta fue una de las claves de la victoria. Después se pusieron en marcha prospecciones en todo el planeta y se comprobó que en los territorios de la Unión Soviética también contaban con ese tipo de recursos energéticos.

A partir de entonces, la humanidad se volvió esclava del petróleo y de los otros combustibles fósiles y todavía seguimos así. Por eso, cuando Putin quiere invadir Ucrania, el mundo se pone a temblar.

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