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José María Lizundia

La desnazificación de Ucrania

Las víctimas de los soviéticos en Ucrania, desde Lenin, no tuvieron mucho que envidiar (4 millones) a las causadas por los nazis como sin duda sabe el exagente de la KGB, heredera del NKVD y la Cheka, Vladimir Putin. Con alguna diferencia, que no se centraron en los judíos y combatientes, sino contra su propia población civil, que ha pasado a los anales del terror más estremecedor. Los soviéticos de Putin cometieron genocidio al exterminar a un grupo social entero, como el de los kulak (campesinos propietarios), además de la burguesía y nobleza, pero no acabaron ahí, para inscribirse en la historia de la ignominia e indignidad del mundo, prosiguieron con la muerte de millones (4) de personas de hambre y frío, con imágenes dantescas de niños propias del gueto de Varsovia, con casos espeluznantes de canibalismo. Encuadrados en el Ejército rojo figuraron dos periodistas judíos, Ylia Ehrenburg y Vassily Grossman, este último da cuenta de las hambrunas provocadas y el canibalismo. En lo que el partido PCUS de Putin calificó de «Gran Guerra Patriótica» (de la Gran Rusia). Concurre la circunstancia que el propio presidente de Ucrania, Zelenski ,es judío con antepasados exterminados en el Holocausto. El antisemitismo cobrará aplicación con los soviéticos tras el final de la II Guerra Mundial o la «Gran Guerra Patriótica». Con un escándalo mayúsculo, la persecución de decenas de médicos judíos que Grossman firmaría, de lo que se arrepentirá mientras viva.

La desnazificación de Ucrania se corresponde con la corriente mundial que hace del pasado inventado y alternativo el que modele el futuro, tras irrumpir de súbito, teatral, deus ex machina en los acontecimientos que se vienen dando. Es muy desvergonzada la mistificación de la Historia con una realidad inventada como es inmanente al nacionalismo, conforme esclareciera Hobsbawm.

Hablar de «No a la Guerra» es teología animista, no hay guerras abstractas e impersonales sin hechos ni voluntades. Las guerras alguien las desencadena, ellas ¡pobrecitas! por sí mismas no podrían hacerlo. Se trata de una rogativa y oración. Con lo que el pensamiento Putin de des-nazificación se enrosca como amantes con el español (de progreso) del «No a la OTAN» (cuando curiosamente ninguno de los contendientes pertenece a la OTAN). Tanto la desnazificacion de Ucrania como el «No a la OTAN» suponen la construcción de realidades alternativas deliberadamente falsas. En una (no) comunicación perfectamente expurgada de sinceridad, veracidad y objetividad.

Hay mucho en común entre Putin e Izquierda Unida (y adláteres): su común genealogía comunista, sentida pérdida y nostalgia de la URSS y de sus métodos, amén de referencia política, más termonuclear y matón que el socialismo S XXI, más misérrimo y narco.

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