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Las tripas (sanas) cuidan de la cabeza

«¿Cómo está su vientre?». Hace unos años esta pregunta hubiera sido fundamentalmente referida a la salud del sistema gástrico. Sin embargo, actualmente se mira minuciosamente el estado del intestino para indagar en las posibles enfermedades neurológicas. La salud de las tripas repercute en la salud del cerebro.

El tercer cerebro está en las entrañas, Recuerdo que hace unos 7 años cuando empecé a divulgar a través de mi blog, en aquel entonces, hablar de la relación de las bacterias del intestino con el cerebro estaba envuelto de cierto exotismo.

Sin embargo, hoy en día no dejan de salir frecuentemente artículos en los que se identifican bacterias intestinales con nombres y apellidos para relacionarlas con problemas neurológicos de diversa índole. Es actualmente bastante común que se eche la culpa al estado de las tripas y de la alimentación para problemas relacionados con la salud del cerebro y del ánimo, hasta el punto de que algunos expertos denominan a la flora intestinal el tercer cerebro. Pero ¡cuidado! que no se trata más que de un símil sin base científica. El ser humano sigue teniendo un único cerebro principal alojado dentro del cráneo.

Tenemos más microbios de lo que parece. La microbiota intestinal hace referencia a los miles de millones de microorganismos (principalmente bacterias) que se alojan en el intestino. Si se pusieran todas en fila india, seguramente saldrían del ombligo y llegarían a la Luna. Estos microbios se encargan de producir alrededor del 30% de los nutrientes que necesitamos y otras sustancias altamente favorables para la salud. También tienen una interacción cercana con las defensas de nuestro organismo que nos ayudan a combatir infecciones y son responsables de las alergias.

Los bichos del intestino nos acompañan toda nuestra vida. Cada persona tiene un perfil microbiano propio y distinto de otras personas, como si del grupo sanguíneo se tratara. Además, los perfiles bacterianos varían según el estilo de vida, la alimentación, el ejercicio físico que hagamos e incluso dónde vivamos. Suelo decir que «los microbios del intestino dependen más del código postal que del código genético».

De hecho, es bastante probable que la microbiota intestinal se haya visto empobrecida mientras estábamos confinados y en ambientes plagados de desinfectantes. Por añadidura, cuando tomamos antibióticos o antiinflamatorios alteramos el equilibrio de la flora intestinal. Además, los perfiles microbianos también se alteran si estamos estresados, enfadados o hacemos poco ejercicio físico.

La microbiota intestinal para la actividad mental

El análisis de los microorganismos del intestino para conocer diversos aspectos de la salud mental de las personas está de actualidad. Ello es consecuencia de haber empezado a descubrir que los microorganismos del intestino son primordiales para la salud del cerebro. Por ejemplo, algunas investigaciones sugieren que el estado de los bichos del intestino determina el estado de ánimo. Además, los desequilibrios de los perfiles de la flora intestinal se asocian a muchas patologías como el Alzhéimer, Párkinson, esclerosis múltiple, insomnio, autismo, depresión, esquizofrenia e incluso en el desarrollo fetal del cerebro. La lista no hace más que aumentar a medida que se progresa en la investigación.

Actualmente se analizan en neurociencia tanto las bacterias intestinales que podrían estar en exceso en algunos problemas neuropatológicos como aquellas que podrían estar en bajos niveles. El reto actual es dar con la clave de cuáles son los mejores perfiles microbianos para un cerebro saludable y anímicamente estable. El siguiente reto es dar con las mejores estrategias para poder reintroducirlos en las tripas para recuperar un equilibrio saludable.

A la búsqueda de los mejores candidatos. El análisis de los perfiles microbianos de las tripas precisa de unas herramientas científicas que aún están en desarrollo. Uno de los mayores hándicaps es conocer cómo se comportan los más de mil tipos de especies distintas a las que pertenecen estos microorganismos según las condiciones de cada persona y cómo detectar los cambios en los valores normales que pueden aumentar el riesgo de enfermedad.

Actualmente, se están llevando a cabo numerosas iniciativas. Una de las más recientes propuso analizar los perfiles microbianos que se asocian a la dieta mediterránea. Este tipo de dieta (basada en granos, verduras, legumbres, aceites de oliva, vegetales y de semillas, fruta fresca, fermentos lácteos (quesos, yogur), carne magra, huevos, pescado y baja cantidad de carne roja, está considerada como la dieta más saludable que existe para preservar la salud cerebral. El resultado de este análisis comparativo podría dar una idea de los perfiles microbianos óptimos según cada persona, la nutrición y el estilo de vida. De esa manera, se podrían plantear intervenciones específicas para cada persona según los posibles desequilibrios asociados, entre otros, al riesgo de enfermedades mentales.

En este sentido, los primeros datos de los perfiles microbianos intestinales efectuados en 533 voluntarios de la población española confirman que la dieta mediterránea es la más saludable para la flora intestinal óptima. Dentro de los grupos de bacterias beneficiosas se identificaron las Faecalibacterium que descomponen carbohidratos de asimilación lenta (arroces, legumbres, cereales y panes integrales). Estas bacterias se asocian con una mejor salud del intestino. Por el contrario, los perfiles bajos de Faecalibacterium se asocian con el colon irritable, obesidad, asma, enfermedades inflamatorias y depresión.

La flora intestinal más sana es de perfil femenino mayor de 40 años

Una de las conclusiones del estudio fue que las mujeres españolas de más de 40 años exhibían una microbiota más variada y saludable que los hombres más jóvenes de menos de 40 años. Los investigadores explican estas diferencias por la mayor adherencia de las mujeres de edad madura a la dieta mediterránea que es una gran aliada de la flora bacteriana saludable. En comparación, la población más joven, en particular del sexo masculino, sigue una dieta menos saludable basada en menos verduras, legumbres, frutas y pescados.

También comprobaron que, en general, con la edad se observaban valores más bajos de bacterias beneficiosas del tipo Bifidobacterium, si bien estos cambios son más atribuibles al tipo de dieta más que a la edad de la persona. Este tipo de bacterias suelen ser más abundantes en personas que consumen regularmente yogur, lácteos y quesos.

Por el contrario, los perfiles microbianos menos saludables se encontraban en los varones por debajo de los 30 años, probablemente por ser entre los menos sensibles a la dieta saludable con horarios estables.

Por consiguiente, el intestino y los microbios intestinales como segundo y tercer cerebro pueden ser mucho más importantes para el equilibrio emocional y cognitivo de lo que se pensaba. Cuidemos de las tripas para que éstas cuiden de nuestra cabeza.

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