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cRÍTICA

‘Thriller’ sobre las verdades relativas

Hay un hombre que lo hace todo en las series británicas: Rob Williams, quien de 2018 a esta parte ha escrito para Killing Eve, creado la celebrada La víctima y el reciente drama carcelario Screw y debutado como showrunner con la serie que nos ocupa, Sospechosos, otra muestra de la potencia de Israel como fuente de premisas, después de En terapia, Homeland y Euphoria.

Con Sospechosos, Williams y su equipo de guionistas reelaboran Falsa identidad, aplaudido thriller (aquí estrenado por FOX) sobre cinco ciudadanos israelís arrestados, en principio sin motivo, como sospechosos del secuestro en Moscú de un ministro iraní. Aunque niegan ser agentes del Mosad y dicen no saber nada de ningún secuestro, pronto empieza a entreverse que quizá su inocencia sea relativa.

Buena premisa bien reelaborada en la versión británico-estadounidense, que cuenta además con un nombre importante de la tele alemana entre sus productores: Anna Winger, creadora de Deutschland 83 (y secuelas) y Unorthodox. La acción empieza esta vez en un hotel de Nueva York, donde el hijo de la importante empresaria Katherine Newman (Uma Thurman, de nuevo en un thriller televisivo tras Chambers) sufre un expeditivo secuestro a manos de un grupo con máscaras de la familia real inglesa. O para ser precisos, la reina, el príncipe Carlos, Guillermo y Kate.

¿Terrorismo, motivaciones políticas, simple y llana extorsión? Nada parece claro, pero todas las sospechas de la policía neoyorquina parecen apuntar a cuatro ciudadanos británicos que pasaron esa noche en el hotel y 48 horas después ya están de vuelta en su país. La gerente financiera Natalie (Georgina Campbell) quiso, o eso dice, celebrar al otro lado del charco su despedida de soltera; la policía la arresta con el vestido de novia puesto, como pasaba con la Natalie (Magi Azarzar) de la serie original. Especialmente insólitos como sospechosos son Tara McAllister (Elizabeth Henstridge), respetable académica de Oxford, y Aadesh Chopra (Kunal Nayyar, el antiguo Raj de Big bang), experto en informática que no ha logrado dejar de vivir en la casa familiar. También se busca al estudiante universitario Eddie Walker (Thom Rhys Harries) y, esto parece tener más sentido, al peligroso asesino a sueldo Sean Tilson (Elyes Gabel).

El primer episodio es, ante todo, una paciente presentación de personajes. Pero el ritmo se acelera y la tensión crece con el segundo episodio, basado en los interrogatorios a cargo de la oficial de la NCA Vanessa Okoye (Angel Coulby) y el agente del FBI Scott Anderson (Noah Emmerich), capaz de desesperar a todos con cierto tic de lengua. Incluso cuando más acelerada, la serie no es solo máquina de trama y acción, sino que presta atención a las singularidades de los personajes, a todas sus dimensiones personales; reales o fabricadas. Por el camino ofrece, además, una reflexión sobre la repercusión de las redes sociales y la manipulación mediática.

Sin ser otro clásico de esta era definitivamente dorada del thriller televisivo inglés, Sospechosos es un sólido entretenimiento, eficaz, estilizado y adictivo, en el que se notan tanto la astuta mano de Williams como la curtida sabiduría del director Chris Long, veterano de la tele de prestigio (o no) estadounidense con nueve episodios de The americans en su currículo. De esa serie proviene el quizá mejor motivo para ver Sospechosos: Noah Emmerich, capaz de hacer brillar hasta la escena más gris con su carisma nuclear.

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