Jueves 13 de enero de 2022. Siete artistas aún veinteañeros de las islas, La Pantera, Quevedo, Juseph, Bejo, Abhir Hathi, Cruz Cafuné y El IMA, suben a las redes el remix del tema Cayó la noche. «Ella se prende como la pinocha, las flores que le regalaron se pusieron pochas», cuadran en uno de sus pareados. En YouTube superan a estas alturas de mes los dos millones de visualizaciones. Coronan Spotify con el número 1 y algo similar ocurre en el resto de plataformas, incluida Apple España.

Siguen la estela así de otros artistas canarios de música urbana como los hermanos Adexe y Nauzet Gutiérrez Hernández, más de 782.195.290 visualizaciones en You Tube con el tema Andas en mi cabeza, lanzado en 2016, hoy con 4,000 millones de reproducciones y Botón de Diamante de la plataforma.

Y suma y sigue, con nombres como el herreño Don Patricio, Uge, Veneno Crew, o la grancanaria PtaZeta con sus tres millones de oyentes al mes en Spotify, o su bombazo en forma de reto de baile, el más viral de Tik Tok, Trakatá, que interpreta con la artista colombiana Farina. «Y vente que nos vamo’ all-in, te veo con swing, tenemo’ la connect desde Canarias a Medellín». Es parte de la letra. Y con razones.

1964 es el año de la formación del grupo Los Ídolos, en plena gestación del boom turístico en un archipiélago ligado históricamente a los dos lados del charco. A América Latina y a los mercados europeos, especialmente a Gran Bretaña y Países Bajos. El refuerzo cultural que trae consigo la llegada de aquellos primeros cientos de miles de turistas implosiona el mixturado, adelantando en el siglo a una península ajena a ese cóctel de influencias en primer grado.

Tres años después del primer tema Los Ídolos, llegan a Estados Unidos con un entonces disruptivo rock-soul, donde graban su primer elepé Flying High With The Canaries, Volando alto con los canarios. El grupo, que hoy es mundialmente conocido como Los Canarios tras su cambio de nombre en tierras americanas, revolucionaría con su insólito rock progresivo pergeñado por Teddy Bautista el panorama musical español desde la cancela isleña, con un título que a la postre resulta premonitorio: una Canarias de altos vuelos situada desde entonces en la vanguardia de los nuevos movimientos musicales del país. Folclore incluido.

Los Sabandeños y Los Gofiones abrieron a las islas justo en esos mismos años su identitario de la tierra, pero aún en estos casos de supuestos más rigoristas y nunca exentos del imprescindible acervo iberoamericano del que hacen gala y difusión, el grupo tinerfeño desmanteló en plena agonía del franquismo todos los parámetros del uso y buenas costumbres con La Cantata del Mencey Loco, una composición grabada en Madrid en 1974, una obra de 23 minutos de malagueñas, isas y folías coloniales rematada con los sonidos indígenas del tambor y las chácaras. Pura poesía. Y de nuevo, vanguardia. La suficiente para levantar el entrecejo del censor.

Muerto Franco, Canarias saca de las gavetas de la tristeza todos sus instrumentos, los que durante siglos sonaron en parrandas y ranchos de ánimas, como los que se adquirían en los bazares de los indios, tecnología de enchufes, secuenciadores y amplificadores inédita en buena parte de la España continental. Y de entrante, el grupo United convierte La Cantata del Mencey Loco.., en ópera rock.

Por los puertos francos y por los aeropuertos entran y salen todos los movimientos culturales de última hora, que son asimilados, digeridos y luego regurgitados por centenares de nuevos grupos con domicilio isleño, y que se lanzan al mercado nacional e internacional con nombres en primera instancia como Teclados Fritos, Prana o El Eructo del Bisonte. El popular presentador televisivo Alfredo Amestoy llega a calificar Canarias como el único lugar de Europa parecido a Miami. Se abren salas de fiesta a mansalva, y con el andar del siglo XX infinidad de bares que ofrecen música en directo, multiplicando exponencialmente la creatividad de las islas con su efecto rebote en el resto del planeta, auspiciada en parte por una administración regional que supo en su momento potenciar esa fuerza imparable con festivales y encuentros en los que daba por bienvenida todas las músicas, como igual hicieron las radios y los medios escritos, ofreciendo horas y horas de música en directo y páginas y páginas que retratan con entusiasmo aquél fenómeno creativo.

El boom decayó casi a finalizar el siglo pasado por el cansancio de unos grupos que requerían de una industria para poder sobrevivir en medio del Atlántico, domiciliada en una península dominada por las multinacionales; por el indiscriminado cierre de establecimientos bajo la ordenanza del buen dormir, como ocurrió en 1995 en la capital grancanaria; y por el creciente olvido institucional que al albur del nacionalismo se enfocó durante décadas en el folclore y la música culta, eufemismo que relegó al resto de movimientos a mero recreo juvenil.

Las islas quedaron sin medios, pero no de talento. Hasta que las nuevas tecnologías suplantan los estudios y a las selectivas cadenas de distribución en un archipiélago que sigue conectado umbilicalmente con Colombia, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, República Dominicana..., zaguán de todas sus grandes figuras hacia el continente europeo.

Y al igual que en aquél 1967 en que volaron alto los canarios, el nuevo siglo descubrió de la mano de Loida y Gara Hernández Rubio, las K-Narias, que con el tema No te vistas, que no vas, un reguetón cocinado en casa, se podía llegar al Madison Square Garden. Eso fue en 2005, hace 17 años, como hace 17 días lo fue el mix Cayó la noche.

En este periodo el elenco de artistas y éxitos es tan asombroso como lo es el desconocimiento que de ellos tenemos los propios canarios, a los que hay que incluir a unos gestores culturales que lucen anclados en el vinilo a pesar de la potencia cultural, la difusión de la marca Canarias y la innovación y desarrollo audiovisual que lleva implícito este torrente creativo de última hornada.

La periodista Rosi Morera presentaba en 1990 un concierto de Manolo Almeida y Nueva Semilla, con unas palabras hoy tan frescas como entonces: «Las raíces de nuestros artistas se están extendiendo, y si nosotros las regamos con un poquito de apoyo y un mucho de cariño pueden llegar muy lejos». Cometer el mismo error de aquellas vísperas resultaría imperdonable.