Las Cortes aprobaron en diciembre del año pasado la revalorización de las pensiones en España indexándolas al IPC. Y ayer se subieron por el Gobierno, que presumió lógicamente de ello. Pero solo subió hasta la mitad de lo que ha subido el IPC, que anda ya por más allá de la frontera del 5,5%. Lo que pasa es que el Gobierno negoció un «pequeño cambio» en el cálculo de la actualización de las pensiones. La subida al IPC ya no se establece mirando cuánto han subido los precios en un mes respecto al mismo mes del año anterior -el IPC interanual- sino aplicando la media de los últimos doce meses. Un truco como otro cualquiera, porque los precios a los que van a comprar los pensionistas al supermercado no están referidos a un valor medio anual sino al del día concreto en que compran. ¿Qué le importa a un pensionista el precio medio de la carne en un año, que es un cálculo retrospectivo e inútil? Lo que le importa es qué precio la está comprando hoy. Por supuesto que una subidas de dos puntos y medio son una pasta (seis mil quinientos millones). Pero esa misma cantidad es la que los pensionistas siguen perdiendo conforme a los precios del mercado. Ahora serán la mitad de pobres de lo que eran ayer.
