Hay que felicitar al responsable de la Zona Especial Canaria, Pablo Hernández, que ha decidido modernizar la estructura de la ZEC colocando la sede central en Las Palmas de Gran Canaria. Ya se sabe que la única manera de modernizar y acabar con el pleito insular es colocando las sedes de los organismos y las instituciones, que antes se repartían entre las dos capitales, en una de ellas. ¿Y cuál va a ser sino la que ahora controla el poder en Canarias? En la anterior legislatura, el presidente del Cabildo de Gran Canaria y líder de Nueva Canarias, Antonio Morales, denunció muchas veces que los chicharreros se estaban haciendo con el poder regional y que se estaba expoliando a su isla. Era un tema genético, porque, según decía, la mayoría de los altos funcionarios y jefes de servicio habían nacido en Tenerife y terminaban arrimando el ascua a su sardina. Una de sus matraquillas era también que los responsables de la ZEC eran siempre de esta isla. Bueno, pues esta semana estará brindando con champán. Un tinerfeño, Pablo Hernández, les ha llevado la sede central de la ZEC a Las Palmas y se las ha entregado con un lacito de color amarillo y azul. Es una vieja costumbre de los politicastros de esta isla que para caer bien allá enfrente y hacerse perdonar su origen impuro, son capaces de cualquier cosa. Como de esta última. ¿Y qué han dicho las instituciones de Tenerife? Pues nada. Hay aquí una calima de espeso y obediente desinterés. Que nada nos despierte de la siesta, por favor. Y suma y sigue.
