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Observatorio

Hablemos del hidrógeno

Hablemos del hidrógeno La Provincia

Cualquier transformación requiere energía, y si hay algo que caracteriza a la humanidad es su capacidad para transformar. Durante milenios la energía la obtuvimos quemando madera, de los animales y los esclavos, del viento y los saltos de agua. El uso de los combustibles fósiles –carbón mineral, petróleo y gas natural– es mucho más reciente y le dio la vuelta a todo: ¡con solo un litro de gasolina se puede hacer el trabajo de cuatro esclavos trabajando un día entero! Pero de forma paralela con el bienestar que logramos con energía fácil y barata también empezamos a ensuciar el aire que respiramos, lo que seguimos haciendo porque seguimos usando mayoritariamente combustibles fósiles para obtener energía, más del 70% en la Unión Europea (UE). Su uso hace que aumente el CO2 en la atmósfera, lo que provoca un calentamiento que, a diferencia de los cambios climáticos que siempre ha experimentado la Tierra, es demasiado rápido. Vamos, que se nos ha descontrolado. Y, además, la sociedad de consumo –caracterizada por el consumo masivo de bienes y servicios– no ayuda. Y claro, todo tiene un límite. De algún sitio salen las cosas, ¿no? También la energía. Con nuestro estilo de vida estamos comprometiendo los recursos, la biodiversidad, el agua dulce y la calidad del aire, lo que tiene una repercusión claramente negativa en la salud y la justicia social.

Por suerte tenemos fuentes de energía renovables (solar, eólica, biocombustibles,...) que se generan o se renuevan de forma natural. Tienen impacto visual (como lo tienen también las minas a cielo abierto o las plataformas de extracción de petróleo y gas natural), pero no comprometen recursos. En la UE, el uso de energía renovable se ha duplicado en los últimos 15 años (ahora representa aproximadamente el 20%) y el objetivo es que en 2050 no se utilicen más combustibles fósiles (acuerdos de París). Es un objetivo ambicioso para el que se están invirtiendo muchos recursos (parte de los Next Generation). A diferencia de los combustibles fósiles, uno de los aspectos más críticos de las renovables es el almacenamiento de energía. Y aquí es donde entra en juego el hidrógeno.

El hidrógeno es un vector energético como lo es la electricidad, es decir, permite llevar energía de un sitio a otro. La ventaja del hidrógeno es que se puede almacenar mucho mejor. Pero lo más importante –y que a menudo no se explica lo suficiente– es que producir hidrógeno (como la electricidad) también tiene un coste económico y ambiental. Decir que la movilidad eléctrica no contamina solo es verdad cuando el proceso por el que se produce la electricidad tampoco contamina (a día de hoy la electricidad que se produce en la UE a partir de energía renovable solo representa una tercera parte). Pues con el hidrógeno ocurre exactamente lo mismo, es necesario producirlo con energía renovable porque más del 90% del hidrógeno que se produce ahora se obtiene del gas natural. Y esto quiere decir que debemos ponernos en serio a producir energía renovable en casa para no depender de otros. Y debemos hacerlo ahora, cuando todavía no hemos entrado en una situación de riesgo de disponibilidad (y más encarecimiento) de los combustibles fósiles. Como se suele decir, «la edad de piedra no se acabó porque se acabaran las piedras»; ahora tenemos los conocimientos y las herramientas para superar la edad de los combustibles fósiles, no es necesario agotarlos. El hidrógeno es el complemento ideal de la electricidad producida con energía renovable y puede utilizarse con finalidades muy diversas. Se puede quemar para producir calor y se puede utilizar en un montón de combustible para producir electricidad. Sin duda, el hidrógeno es un elemento clave para descarbonizar la industria.

Para los grandes cambios son necesarias grandes políticas, y las universidades pueden ser muy útiles porque confluyen el conocimiento, la frescura de las nuevas generaciones y el atrevimiento que da la libertad de no estar ligado a ningún interés concreto. Además de hacer investigación básica y desarrollar tecnología, las universidades deben guiar y acompañar a las empresas a hacer realidad la transición energética y asesorar a los gobernantes para llevar a cabo las mejores políticas. En la UPC hace más de 20 años que hacemos investigación y docencia con el hidrógeno y ahora mismo, gracias a un proyecto singular de la Generalitat, se está construyendo una planta piloto para experimentar e integrar diferentes tecnologías de producción y uso del hidrógeno en el Campus Diagonal-Besòs. También tenemos un centro específico de investigación sobre hidrógeno (CER-H2).

Es necesario hacer una transición decidida hacia la energía renovable, asumir que ésta puede ser inicialmente más cara que la que proviene de los combustibles fósiles y entender que los recursos son finitos. Con energía renovable adaptada al territorio y el tándem electricidad-hidrógeno será posible realizar bien la transición energética que tan urgentemente necesitamos.

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