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Luis F. Febles

Pescueza

Las ideas geniales no siempre se fabrican en Silicon Valley. Sin ir más lejos, y a escasos 1.500 kilómetros de distancia, un pueblo de Cáceres dio respuesta a la pregunta que Sócrates realizó al anciano Céfalo en el libro primero de La República: ¿Qué se siente al llegar a viejo? Lo que se siente es Pescueza, una localidad con 168 vecinos convertida en un paraíso para la dignidad de los mayores. Este pintoresco pueblo extremeño es un parque temático edificado con la misión de dar felicidad y amor a sus habitantes. Con una diferencia respecto al mercantilismo del negocio de la senectud: la solidaridad comunitaria para regalar un envejecimiento saludable. En Pescueza se combatió la despoblación con la extraordinaria ecuación de los gerontes.

Transformaron el pueblo en una gran residencia pública para evitar que los mayores tuvieran que irse a las ciudades para ser atendidos. Y es aquí donde la Asociación Amigos de Pescueza, la Unión Democrática de Pensionistas y la Junta de Extremadura hicieron realidad una de las muestras de agradecimiento más bonitas que existen: que los abuelos y abuelas no tuvieran que desarraigarse de sus hogares.

Así, adaptaron sus calles con pasamanos para evitar caídas, rampas y barandillas; dispusieron de transporte público específico a modo de carritos de golf; instalaron sistemas de videovigilancia; y habilitaron un teléfono rojo para pulsar en caso de emergencia, que al ser activado, el centro de día recibe su localización.

Los abuelos aquí sonríen, bromean mientras contonean sus años agarraditos a esas barandillas que ejercen de bastón gigante; aquí pueden seguir manteniendo a sus animalitos y jugando al mus en la taberna del pueblo; aquí, en Pescueza, los mayores no son invisibles.

Sin embargo, los datos apabullan a nuestro país pese a ejemplos como los de Pescueza, un grano de arena en el desierto.

Según el INE, España ha rebasado el umbral de los dos millones de mayores de 65 años que viven solos. Son casi la mitad de los 4,7 millones de hogares unipersonales. De ellos, más de 850.000 tienen 80 años o más, y la mayoría son mujeres: 662.000.

El aumento de esperanza de vida provocará que haya menos jóvenes, menos adultos y en consecuencia más pensionistas. Los últimos estudios realizados estiman que en el año 2050, al menos el 30% de la población en Europa estará por encima de los 65 años y el 11% se situará por encima de los 80. Yo vivo en un barrio donde las calles no están puestas para que pase don Julián o doña Prudencia, tampoco para que el taca taca de Isabel pueda apoyar su base sin temblar. Yo soy barrionalista, pero no nos podemos olvidar de doña Esperanza y don Manuel cuando el resto se divierte en las fiestas de San Antonio.

Yo vivo en un barrio que quitó los periódicos para que Fulgencia leyera, porque en el centro social tenían otros gastos más perentorios que asumir.

Yo quiero un barrio que cuide y respete a sus mayores, donde la accesibilidad no sea la asignatura pendiente. Quiero un barrio que preserve a sus mayores como lo hace Pescueza. Como en La República de Platón, que defendamos la vejez como la etapa en la que el ser humano alcanza las más óptimas virtudes morales, como la prudencia, la sagacidad, la discreción y el buen juicio. Más respeto y más cariño, en definitiva, más Pescueza.

@luisfeblesc

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