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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Las encuestas y la realidad

Existe un comportamiento común a todos los que han estado en el poder, pasado un tiempo. Algunos lo llaman el “Síndrome de La Moncloa”, pero se padece en todas partes. El exceso de información produce una saturación de datos. Y se llega a la paradoja máxima de tener toda la información y ninguna capacidad para sintetizarla de forma útil.

Ahora vivimos época de encuestas. Pero la realidad se ha convertido en un líquido en movimiento constante. Es muy difícil prever el futuro político. Y menos en una España donde a los ciudadanos no los entiende ni la madre que los parió. Aquí igual te suben hoy al trono que mañana te llevan al cadalso. Y a nadie se le mueve el flequillo. Pero existe un persistente olor a putrefacción que solo la anosmia del poder impide percibir en todo su esplendor.

El régimen de Pedro Sánchez podría estar dando sus últimas boqueadas. Pensó que con el dinero de Europa inyectado en vena, la economía volvería a florecer. Pero no será así. La inflación, el paro, la recesión económica y el aumento de las dificultades sociales, le van a pasar factura. El péndulo social se está moviendo de nuevo hacia la derecha no porque Pablo Casado haya hecho nada especialmente brillante —más bien todo lo contrario— sino porque en este país las elecciones no se ganan desde la oposición sino que se pierden desde los gobiernos. Ya lo decía Azaña, que no somos más que una vasta empresa de demoliciones. Y nada ha cambiado.

Para verlas venir hay que ser muy inteligente. Como fue Albert Rivera, cuando tomó las de Villadiego sabiendo que el ciclo se había acabado. O Pablo Iglesias, que se dio cuenta de que ya no olía a macho alfa, sino a chuletón pasado de fuego. Lo más usual, sin embargo, en estos tiempos de cisnes negros, es tener la vana esperanza de que todo puede cambiar con un golpe de mano o de suerte.

Pero si no cae un meteorito, hay una guerra de Europa contra Rusia o se produce un apocalipsis zombi si Bill Gates activa el grafeno de las vacunas y nos convierte en robots biológicos, lo normal es que la crisis pase factura. No será la pobreza, porque no vota. Serán las clases medias las que van a expresar su cabreo. Los trabajadores, hartos de salarios de miseria y de impuestos. Las familias, que apenas llegan a fin de mes. Los autónomos que ya casi no tienen esperanzas de supervivencia.

Este año la fiscalidad será mayor y la vida más cara. Estaremos peor porque seremos más pobres y deberemos mucho más dinero. El voto castigará al incompetente de Sánchez y el incompetente de Casado acabará en La Moncloa. Uno ha sido prisionero de la extrema izquierda. El otro lo será de la extrema derecha. Habrá cambiado todo, pero no cambiará nada. En España todo son gatopardos, de día o de noche.

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