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Tal cual

Pablo Paz

Cómo hacer de Canarias un destino perfecto

Desde un punto de vista turístico, Canarias es un referente mundial, y podría parecer que no necesita de más alicientes para seguir liderando la oferta turística. Y puede que sea así; aunque no podemos quedarnos en la autocomplacencia, porque la competencia es cada vez más feroz. Máxime si se tiene en cuenta la actual encrucijada en la que nos encontramos, que, tras una brutal disrupción de la actividad turística, hemos de comenzar prácticamente de cero.

Vamos a remolque de la evolución de una pandemia que ha barrido sectores enteros de nuestra sociedad. Principalmente, se ha cebado con el sector turístico, que era, y esperemos que lo siga siendo, el motor principal de nuestra economía y empleo. Pero hemos de apostar por el futuro del sector que, para suerte o para desgracia, está unido a nuestro futuro económico y social. Por ello, seguramente, esta crisis debemos verla como algo coyuntural, porque nuestra actividad turística tiene los cimientos sólidos y nuestra reputación, como un destino seguro y tranquilo, está consolidada.

Pero, como es obvio, esta pandemia ha trastocado todos los esquemas y las pautas que hasta ahora parecían consolidadas. Actualmente, el viajero ha cambiado no solo su tendencia y preferencias al elegir un posible destino, sino el propio hábito de viajar; lo que obliga, a los responsables políticos y empresarios que dirigen y lideran el sector turístico, a transformarlo si quieren subsistir. Dicha transformación pasa necesariamente por un profundo cambio del propio modelo turístico.

Ese cambio ha de regenerar al propio destino actualizando y mejorando las infraestructuras y los alojamientos. Hay que lograr que el “destino Canarias” sea un referente en cuanto al respeto y conservación del medio ambiente, defensa de su biodiversidad, la utilización racional de sus recursos y la protección y defensa de su historia, cultura y gastronomía. De tal forma que el conjunto de dichas medidas motive al visitante y contribuya a la sostenibilidad del propio destino. Para poder llevarlo a cabo, debemos aprovechar este momento histórico donde ha surgido la posibilidad de servirnos de los fondos Next Generation de la Unión Europea.

Lo primero que convendría hacer es definir con claridad una política nacional de turismo que abarque varias décadas; donde deberían quedar plasmadas, entre otras prioridades, la necesidad urgente de paliar en lo posible las nefastas consecuencias que la actual pandemia está ocasionando a nuestra salud, pero también a nuestra convivencia, hábitos y, cómo no, a la economía. Pasando por solucionar nuestras debilidades estructurales, principalmente la conectividad y la libertad de tránsito, haciéndolos compatibles con la seguridad sanitaria de los viajeros; la renovación y mantenimiento de las plantas alojativas; o el aumento de la digitalización y la inteligencia de las empresas y los destinos.

Canarias debería de plantearse la necesidad de ofertar un turismo de calidad en contraposición al turismo de cantidad. Una oferta que pase por ofrecer no solo alojamiento, bienestar, excelencia, paz y seguridad, que ya lo hacemos, sino, además, ofrecer experiencias únicas. Una acogida llena de emociones; que el turista sienta y comparta y disfrute de nuestra cultura, de nuestros paisajes, de nuestros atardeceres, de nuestra extensa y variada gastronomía; pues ya saben que una forma de que la vida sea más placentera es, precisamente a través de la hospitalidad y la cocina. Para que el destino Canarias sea perfecto, tan solo debemos mostrar lo que tenemos y lo que somos: un lugar verdaderamente genuino y único que deben descubrir, y unos huéspedes auténticos y amables dispuestos a compartir lo mejor que tienen: su tierra.

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