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El palique

El tortuoso camino colombiano a las presidenciales

Colombia celebrará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en mayo, pero lo más probable es que entonces no se sepa quién será el nuevo jefe de Estado. Todo apunta a que se volverá a votar en junio, ya que ningún aspirante obtendría la mitad más uno de los votos válidos. Nuevamente, la fragmentación del voto hará necesario el balotaje.

Hasta ahora han presentado su candidatura tanto los partidos habilitados como los políticos independientes que han logrado reunir las firmas necesarias, aunque el escenario más probable es el de un duelo a tres. En él se medirán las grandes coaliciones de izquierda, centro y derecha perfiladas en los últimos meses, sin olvidar a Rodolfo Hernández. El discurso populista, anticorrupción y contra la «mafia politiquera» del exalcalde de Bucaramanga le está dando frutos, aunque habrá que ver si aguanta el tirón.

La coalición de izquierdas, el Pacto Histórico, es la única que prácticamente ha definido a su representante, el senador Gustavo Petro. Hay otros precandidatos, pero ninguno con opciones de derrotar al exalcalde de Bogotá y exguerrillero del M-19.

En el centro, la Coalición de la Esperanza ahora se llama Coalición Centro Esperanza. Su favorito es el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo, que en 2018 no pasó a la segunda vuelta por apenas 300.000 votos. También hay otros aspirantes con opciones, como Juan Manuel Galán, impulsor del Nuevo Liberalismo, y Alejandro Gaviria, favorito de la elite liberal bogotana.

En la derecha el panorama está más reñido. Allí compiten los exalcaldes Federico Gutiérrez, de Medellín, Alejandro Char, de Barranquilla, y Enrique Peñalosa, de Bogotá. Tampoco hay que excluir a Óscar Iván Zuluaga, candidato del Centro Democrático, el partido del expresidente Álvaro Uribe, que podría sumarse al Equipo por Colombia, antes Coalición de la Experiencia.

Los candidatos de las tres coaliciones se elegirán el 13 de marzo, coincidiendo con las legislativas, en elecciones primarias simultáneas. Sin embargo, solo podrán hacer campaña quienes estén inscritos, de modo que los candidatos previamente designados carecerán de esta potente caja de resonancia.

Pese a que la mayoría de las candidaturas aún no están definidas, hay un sentimiento bastante extendido de que Colombia girará a la izquierda siguiendo la nueva ola latinoamericana. La idea se asienta en el liderazgo consistente que desde hace más de un año mantiene Petro en las encuestas.

Sus opciones descansan en otros dos hechos relevantes. De un lado, su desempeño en 2018, cuando obtuvo el 25% de los votos y pasó a la segunda vuelta. Entonces fue derrotado por el uribista, Iván Duque, pese a sumar el 44% del apoyo popular. Estas cifras dan cuenta de su sólido piso de electoral.

Del otro, la profunda revalorización de la izquierda colombiana, en sus diversas variantes, en buena parte de la opinión pública. Esto no se hubiera producido sin el proceso de paz con las FARC, dada la tendencia colombiana de asociar violencia política, guerrilla e izquierda en general.

Ahora bien, Petro está en campaña desde 2018 y en los últimos meses ha aumentado su exposición mediática. Por eso su candidatura era la única identificable. En las restantes coaliciones la definición está pendiente. Lo lógico es que con las primarias y especialmente tras ellas, la confirmación de la identidad de los candidatos tienda a equilibrar las opciones de cada uno.

Todavía se sigue bajo los efectos de la pandemia y en Colombia, como en el resto de América Latina, el voto de castigo, o voto bronca, sigue siendo esencial en el resultado electoral. Por eso, la derecha deberá separarse cuanto pueda de Iván Duque, cuya desaprobación supera el 70%. Ante eso, ¿quién se beneficiará más del repudio ciudadano, el Pacto Histórico o la coalición Centro Esperanza?

Dos cuestiones más. Una, la de la incidencia de las redes clientelares, muy fuerte en algunos territorios, como el Atlántico. La otra, la influencia del ejemplo chileno en un entorno donde los partidos tradicionales son en su gran mayoría un vago recuerdo del pasado. No solo hay que considerar la elección de un político de izquierdas como Gabriel Boric, sino también la necesidad de contar con el centro en un escenario de segunda vuelta. Las señales que Petro envió al Partido Liberal para converger en propuestas comunes dejan entrever lo que podría pasar de cara al balotaje.

A diferencia de Chile, la izquierda colombiana no ha hecho su renovación generacional. Como las restantes agrupaciones políticas nacionales, se apoya en liderazgos individuales y no en partidos institucionalizados. Por tanto, el resultado final dependerá de quiénes sean los dos candidatos que pasen a la segunda vuelta, aunque pocos dudan de que Petro será uno de ellos. Y si bien este tendría más opciones enfrentándose a un aspirante de derecha más que a uno de centro, acumula un elevado sentimiento de rechazo, que le podría perjudicar una vez más. De todos modos, todavía no hay nada escrito

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