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Luis Ortega

Gentes y asuntos

Luis Ortega

Tiempo nuevo

Con la pena que a lo largo y a lo hondo tiene sello fijo de permanencia, con mayor sosiego y cierta esperanza, los afectados de Cabeza de Vaca despidieron el año más triste y, sin borrarlo del horizonte, cambiaron por unas horas la incertidumbre por el alivio temporal, la pena sorda y el desconsuelo de la vida rota por la paz mental de unas horas distintas después del otoño maldito que padecimos La Palma y los palmeros.

Del mismo modo que ofreció la exclusiva de la erupción en la señalada sobremesa del 19 de septiembre y siguió con eficacia y rigor los avatares y daños del suceso, puso rostros y voces a los protagonistas del drama y surtió de imágenes gratuitas durante las veinticuatro horas a todos los medios audiovisuales y redes del mundo, la Radiotelevisión Canaria despidió el aciago 2021 y saludó el prometedor 2022 desde la Plaza de España de Los Llanos de Aridane, el municipio más afectado por la catástrofe.

El tiempo nuevo que reclaman el Valle y La Palma en su conjunto fue marcado con alegre nitidez por un reloj costeado por un culto y patriótico grupo de emigrantes llanenses en Cuba, hace 152 años, según nos relató con rigurosa amenidad María Victoria Hernández. Antes y después de las doce campanadas una gala de variedades distrajo de las preocupaciones puntuales pero, en absoluto, del colosal desafío de dar respuestas –soluciones, salidas, alternativas, llámenlas como quieran– personalizadas a siete mil palmeros –perdón, palmeras y palmeros o viceversa– a los que un terrorífico volcán devoró sus propiedades, casas y negocios, comercios, talleres y cultivos, rompió sus vidas y quemó sus ilusiones.

Al fin, sin aspavientos, el primer lunes de 2022, unos mil evacuados en distintos momentos de la erupción y vecinos de Las Martelas, Tajuya, Tacande, La Condesa, Las Cabezadas, Marina Alta y Baja y la zona sur del Charco regresaron a sus viviendas; con emociones encontradas y un estricto protocolo de seguridad dictado por el Pevolca y su director técnico Miguel Ángel Morcuende. Entre las recomendaciones de obligado cumplimiento están no acudir solos ni acceder, sin previa medición de gases, a sitios cerrados; la ventilación de cualquier dependencia, antes de acceder a ella y, de cara a la habilitación de sus espacios vitales, limpiar la ceniza con la piel, las vías respiratorias y los ojos protegidos.

Así pues, con todas las cautelas –con los cinco sentidos alerta para denunciar cualquier anormalidad– e intensas emociones encontradas se dio el primer paso hacia la compleja y ruda meta de la normalidad y, entonces, adquirieron pleno sentido y carácter obligatorio las peticiones contenidas en una asamblea ciudadana celebrada en la Plaza de España de Los Llanos de Aridane, el municipio más perjudicado por el suceso.

Los retornados llegaron a casas cerradas y despensas vacías y tienen todo el derecho a reclamar diligencia en el reparto de las donaciones efectuadas a los municipios y al Cabildo, “que no pueden ser destinadas a otro fin que no sea la entrega directa a los perjudicados”. En su petición de celeridad y transparencia y la determinación del carácter –individual o por unidad familiar– ponen como ejemplo de eficacia el trabajo realizado por el Ayuntamiento de la Ciudad de El Paso. Y, aunque parezca radical la petición de una auditoría externa, reconocidos los esfuerzos de los aparatos locales e insular, sería consecuente y ejemplar su ejecución para que no hubiera sombra alguna sobre las actuaciones públicas en la peor catástrofe de la historia de Canarias.

Y de los temas puntuales, los dineros siempre lo son, pasamos a una enérgica petición a los gobiernos del Estado y de Canarias “de los informes de los últimos cinco años del Instituto Geográfico Nacional y del Instituto Volcanológico de Canarias, incluyendo el mapa de riesgo volcánico de la Isla de La Palma, por zonas, para conocer de primera mano la información que tenían acerca de las zonas en donde invertíamos nuestro dinero, nuestro patrimonio, nuestro sudor y nuestro esfuerzo”. Bien, muy bien. Pero, en paralelo, deben los protagonistas del manifiesto –debemos todos– exigir a los ayuntamientos que, de una vez por todas, exijan en sus planes de ordenación los informes pertinentes sobre los riesgos geológicos en territorios de riesgo como son las Islas Atlánticas y, porque hablamos de La Palma y Canarias, en el área de Cumbre Vieja, una de las más activas del planeta, donde se localizan la mayoría de las erupciones volcánicas desde la prehistoria benahoarita hasta ayer.

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