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Jorge Dezcallar

OBSERVATORIO

Jorge Dezcallar

Algunas reflexiones sobre 2021

No creo que recordemos 2021 con cariño, salvo que 2022 sea peor, que por desgracia no es imposible. Pero que no sea bueno no quiere decir que no hayan pasado cosas importantes.

En primer lugar, se ha constatado la ineficacia de combatir problemas globales con enfoques nacionales o, incluso, regionales. Lo vemos a diario en la lucha contra el calentamiento global de la atmósfera, la pandemia del covid-19 y las grandes migraciones, porque ni el CO2 ni el virus entienden de fronteras y las alambradas no detienen la desesperación. El admirable esfuerzo científico global hecho con las vacunas no se ha trasladado a una concertación entre gobiernos.

En segundo lugar, han continuado creciendo las desigualdades en el mundo, agravadas por la crisis que ha traído la pandemia: contracción económica, desempleo, cadenas de suministros dañadas, menos turismo, etc. El resultado es más incertidumbre y más frustración entre quienes vivimos en sistemas políticos que predican la igualdad pero que se topan con una economía que fomenta la desigualdad, que también se da entre los países con músculo financiero para combatir la pandemia y los que no lo tienen. De ahí vienen los populismos.

La tercera consideración es que este ha sido un año de ceguera egoísta. Los países ricos atesoramos vacunas y nos damos dosis de refuerzo mientras los países pobres todavía no han vacunado con la primera dosis a casi nadie. Egoísta y estúpido, porque en 2020 la economía se contrajo un 3,5% cuando el coste de vacunar al 70% de la humanidad es inferior al 1% del PIB mundial (80 billones de dólares). Y, además, se evitarían mutaciones y rebrotes del virus como acontece con ómicron, nacido en Sudáfrica y que se extiende velozmente por todo el mundo.

La cuarta reflexión es que ser digno de admiración no es fácil. Ha decaído en el mundo la imagen de los Estados Unidos, que ya no son ni la luz encima de la colina ni los de Bienvenido Mr. Marshall. Al daño que hizo Donald Trump borrando la separación de poderes, excitando las tensiones raciales y sembrando la desconfianza entre los amigos y la inquina entre los enemigos, se han sumado el penoso ataque al Capitolio, sede de su democracia, y la desastrosa retirada de Afganistán. Y eso tiene consecuencias.

En quinto lugar, ha disminuido en el mundo el aprecio por la democracia, de la que los EEUU han sido paladines desde hace un siglo. Lo dicen los informes anuales de Freedom House que constatan el aumento de los sistemas autoritarios e iliberales. Es una pésima noticia que alboroza a China y Rusia, que ofrecen un modelo alternativo y autoritario de gobernanza global, en pugna con el modelo liberal que encabezan los EEUU y que nos ha regido hasta ahora.

La sexta consideración es que China y Rusia están crecidas y comparten la convicción de que los EEUU les acosan y les impiden ocupar el lugar que su historia, su ambición y su economía les deberían otorgar en la geopolítica mundial. Y combinan esta victimización con el convencimiento de que Occidente en general y los EEUU, en particular, están en inexorable declive y han perdido la voluntad de luchar y eso es muy grave, porque podría llevarles a cometer errores graves en Taiwán o en Ucrania.

Finalmente, en España, durante 2021 ha crecido el encanallamiento político (otros más finos dicen polarización), con un Gobierno débil y dividido, con pocos principios, sostenido por partidos periféricos que lo que quieren es que el invento no funcione, y con una oposición desnortada que busca su lugar, no lo encuentra y en vez de echar una mano en un momento de emergencia se dedica a poner palos en las ruedas. No hay proyecto de país ni en la izquierda ni en la derecha y, como resultado, el tacticismo barato (y a veces ordinario) domina nuestra pobre escena política. En Bruselas nos echan de menos, en las Américas perdemos posiciones, el Magreb se nos sube a las barbas y para Washington parece que no existimos. El resultado es que España sigue perdiendo peso internacional y eso es muy malo para nuestros intereses.

Me temo que me he quedado sin espacio. Les deseo una Feliz Navidad y les sugiero que completen estas ideas añadiendo ustedes las que les parezcan oportunas.

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