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el recorte

Una respuesta patética

Habrá fiestas navideñas y de fin de año. Y los contagios se van a disparar con la reunificación familiar. Es inevitable. Y, entre lo patético y lo ridículo, la «gran respuesta» del Gobierno, la propuesta revolucionaria a las autonomías para contener esta última ola pandémica de ómicron, es que volvamos a usar las mascarillas en exteriores. Sin importar que esté más que demostrado que los contagios, trescientos a uno, se producen en sitios cerrados. ¿Pero qué se puede esperar de quienes empezaron diciendo que las mascarillas no eran necesarias y pasaron a multarnos por no llevarla puesta? Los políticos van dando tumbos, detrás de unos científicos atribulados por una guerra para la que nadie estaba preparado. No es que nos mintieran, es que se equivocaron. Una y otra vez. La vacunación no detiene el virus. Protege a los vacunados –que no es poco– para que los síntomas sean menos graves. Pero no existe la inmunidad de rebaño, ni se la espera. Poco a poco se implanta la certeza de que vamos a tener que convivir con el coronavirus. No sé si con la naturalidad con la que convivimos con la gripe, pero casi. Este planeta no puede seguir deteniendo su economía, su comercio, su transporte y su vida, acelerando y frenando en seco cada pocos meses. Solo nos queda rezar para que en una de esas mutaciones que se está produciendo, el coronavirus no se transforme en un virus más letal. Porque entonces…

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