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Jorge Bethencourt

el recorte

Jorge Bethencourt

El talento sobra

La magia no existe. Son trucos. Y a veces, al prestidigitador le ocurre un accidente y se desvela la mentira ante la extasiada audiencia. Las orejas del conejo blanco le asoman por el bolsillo.

La áspera bronca de los trabajadores del metal en Cádiz nos muestra en todo su esplendor la gloria y la miseria de España. Los obreros gaditanos están cabreados porque piensan –no sin razón– que los catalanes y los vascos se lo están llevando crudo. Creen que sus diputados son unos silenciosos traidores y se parten la cara en las calles contra la policía.

«No sé dónde andan los diputados andaluces. Nacionalismos aparte, hay diputados que se sientan en el Congreso que han sido elegidos por la provincia de Cádiz, que cuando hay problemas que afectan a Andalucía no se les escucha, no se oye su voz, no tenemos la sensación de estar representados». ¿No les suenan estas palabras de un personaje popular en el Carnaval de Cádiz? Pues deberían. Demuestra que en todos los calderos se cuecen habas.

Para calmar a los cabreados el Gobierno de España ha enseñado las orejas del conejo. Los Presupuestos del Estado, afirman, ponen a Cádiz entre los territorios que más dinero van a recibir. Más de 454 millones. Sin ir más lejos, más que Canarias.

Se invertirán 300 millones en el corredor ferroviario Algeciras- Bobadilla. Se destinarán 58 millones de euros para la construcción de un buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM-IS) en los astilleros de Puerto Real (1,3 millones de horas de trabajo y 1.100 empleos durante año y medio). Más 7 millones de euros en reparaciones de helicópteros, aviones o fragatas. Más 20 millones de euros para el enlace de Tres Caminos, que evitará las actuales colas y atascos interminables.

Pero los gaditanos están indignados porque tienen una tasa de paro del 24%. Y ya no se creen nada. Ellos, como los canarios, también tienen un «plan fantasma», como el Plan Reactiva. El suyo se llama Plan de Reindustrialización de la Bahía de Cádiz. Llevan desde 2015 con anuncios a bombo y platillo pero con una tasa de desempleo y precariedad cada vez mayor.

Las grandes empresas huyen de los conflictos. Y cuanta mayor presión hacen los obreros, menor incentivo tienen los inversores para jugarse los cuartos en una «zona conflictiva». Porque cuando alguien quiere los mejores salarios, alguien tiene que pagarlos. Y es difícil que dos bailen cuando uno no quiere.

Viendo la lluvia de millones en una provincia de un millón doscientos mil habitantes, al Gobierno se le ven las enaguas. En todos sitios dice lo mismo que ha dicho en Canarias. Que somos los mejor tratados. Pero aquí el paro también es del 25%. Y las colas y los atascos siguen en las carreteras. Y no existen corredores ferroviarios. Y además, por cierto, tampoco existen los testículos que tienen los gaditanos.

Gracias, Pablo. Ya lo sabíamos, pero que lo diga alguien como el líder del primer partido de la oposición en España tiene muchísimo valor probatorio. El PP no es talent show. O lo que es lo mismo, que en el partido conservador español el talento no tiene sitio. Te lo compro, porque es cierto. Ni en ese partido ni en ningún otro de los de ahora. Porque lo único que se valora en las estructuras de la partitocracia española es disciplina, sometimiento, respeto a la jerarquía y capacidad de tragar todos los sapos que sean necesarios a beneficio del inventario electoral. La culpa, desde luego, no es de los propios partidos y sus jerifaltes. A ningún organismo se le puede criticar por perseguir su propia supervivencia. La culpa es de los borregos que les votamos una y otra vez. ¿Cuántas veces hemos escuchado hablar en nuestra defensa a aquellas personas por las que elegimos para representarnos? Pocas o ninguna. Los electos siempre defienden las posiciones de sus organizaciones. Por eso los partidos nos obligan a que votemos exclusivamente a los integrantes de una lista: la que hacen ellos. Porque si no fuera así, el verdadero poder de elegir lo tendrían los ciudadanos. Y ellos no podrían premiar a los suyos colocándolos en puestos de salida. Porque podríamos elegir libremente cualquier nombre y podríamos dejara a los dirigentes con el culo al aire. Por eso en los partidos no es necesario ni el talento, ni la inteligencia, ni la personalidad. No les hace falta. Solo que a España sí. Y así va España.

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