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ANÁLISIS

El volcán de La Palma, entre las notables sacudidas geológicas canarias

Desde que Colón vio un fuego en el Teide (volcán de Boca Cangrejo, 1492), han ocurrido una quincena de erupciones conocidas, la mitad de ellas en La Palma | Las de Garachico (1706), Timanfaya (1730-1736) y la actual de Cumbre Vieja han sido las tres que más daños han ocasionado a la economía y a la población

Erupción del volcán de Garachico. (Pintura de Ubaldo Bordanova, siglo XIX).

Podríamos decir que en la fecha en que acudí a verlo (el 14 de noviembre), el volcán (llamado de Cumbre Vieja, Cabeza de Vaca, Tajogaite y otros nombres propuestos), que se ha abierto camino en las laderas de la dorsal de Cumbre Vieja, está formado por un inestable cono de piroclastos y varias fisuras de las que las superiores emiten fundamentalmente gases, cenizas, lapillis y algún que otro bloque, y las más bajas son más efusivas, como manantiales de lava fluida que se va espesando a medida que se enfría por el contacto con la atmósfera o con el suelo y se meteoriza. Es decir, muy parecido en esos aspectos geológicos a lo que ocurrió en 1949 en San Juan, o en 1971 con el Teneguía. Parece que ya ha pasado su punto más álgido y que está en retirada (o eso deseamos creer).

Estamos empezando a entender los volcanes aunque la Geología es aún en este asunto, y en algún otro, una ciencia experimental. Quiero decir que se aprende en cada episodio volcánico más de lo que somos capaces de predecir. Hay que conocer bien las peculiaridades de sus cámaras magmáticas y saber interpretar las señales de sismicidad, abombamiento del suelo, temperatura, emisión de gases y un largo etcétera. La próxima vez sabremos más. Hasta el siglo XVIII todo esto era un asunto mágico. Fue Charles Lyell hacia 1800, y quizá antes James Hutton (1726-1797), un escocés que planteó científicamente la teoría del uniformismo, es decir, la Tierra se comporta como se ha comportado siempre, no hay que pensar en catastrofismos sino en la acción regular de las fuerzas naturales.

En el mundo de griegos y romanos lo que no era inteligible se lo achacaban a los dioses. El encargado de este negociado de volcanes era Hefesto, hijo de Hera y de Zeus, o solo de Hera, uno de los doce dioses del Olimpo, que tuvo sus más y sus menos con su madre y su padre. La cuestión es que fue expulsado a las entrañas de la Tierra donde maneja su fragua, que es de donde sale el calor que producen los volcanes. En el mundo romano se asimiló con Vulcano y se situó bajo el monte Etna (también se le llamó Etneo). Ahora Vulcano se ha mudado, espero que sea ya para pocos días, a La Palma. Por cierto, es un dios que, aunque destructor, fue muy reverenciado en la antigua Roma, pero siempre fuera de las murallas de la ciudad, y cuyos templos eran vigilados por perros. Así pues, ¿no serían estos podencos prisioneros en un estanque los vigilantes del nuevo volcán? ¿Será Vulcano quien los ha liberado?

Los volcanes han convivido en Canarias con su población sin grandes desencuentros. Desde que Colón vio un fuego en el Teide (volcán de Boca Cangrejo,1492), han ocurrido una quincena de erupciones conocidas, la mitad de ellas en La Palma. Pero hay tres episodios notables por los daños que causaron. Son, en orden cronológico, los de Garachico (1706), el de Timanfaya (1730-1736), y este que ahora nos ocupa. Todos ellos acabaron dañando gravemente la economía de las zonas afectadas con muchas familias malparadas.

En La Palma el de San Antonio (1677) dejó a la isla sin el balneario de la Fuente Santa, y arrasó algunas viviendas de Roque Teneguía, pero no pasó de ahí. Antes se tiene noticia de las erupciones del de Montaña Quemada (quizá en 1490), el de Tajuya (1585) y el de Tigalate (1646). Después los de El Charco (1712) y los contemporáneos de San Juan (1949), Teneguía (1971) y este nuevo volcán (2021).

La erupción de Garachico está bien documentada y ha sido estudiada después en los aspectos geológicos pero también económicos y medioambientales (ver, por ejemplo, el artículo de Carmen Romero Ruiz y Esther Beltrán Yanes https://www.investigacionesgeograficas.com). Los años anteriores habían sido movidos en Tenerife con la aparición de varios volcanes, pero lo que no esperaban los habitantes de Garachico es que desde los riscos que dominaban su pueblo, entonces un importante puerto de mucho tráfico sobre todo por el comercio del vino, empezaran a caer primero bolas de agregación que rompían tejados y destruían e incendiaban sus casa y después importantes coladas de lava que vinieron a arrasar la localidad. Lo que era una población rica, con puerto, cultivos, traídas de agua, carreteras, etc, fue casi totalmente borrada de la faz de la Tierra, obligando a sus gentes a emigrar a otros puntos de la isla o incluso a América. Garachico perdió tres cuartas partes de su población y nunca recuperó el segundo puesto que tenía entonces, tras La Laguna, entre las ciudades de Tenerife. Y todo eso en un lapso de solo nueve días. Por suerte, ahora Garachico es un pueblo próspero y bonito.

Sin embargo, el episodio del Timanfaya duró seis años (1730-1736), un tiempo que se hizo interminable para sus habitantes, la mayoría de los cuales optó por emigrar llevándose sus pertenencias y su grano. Tenemos de lo ocurrido un relato del cura de Yaiza, Andrés Lorenzo Curbelo, que ha llegado a nuestro conocimiento a través del alemán Leopold von Buch, quien lo publicó en 1825 y que ahora se lee en la guagua repleta de turistas que recorre el Parque Nacional de ese nombre. Y también hay varios documentos oficiales que detallan lo que entonces ocurrió (ver el libro de Carracedo y Rodríguez Badiola; http://hdl.handle.net/10261/3309). Afectó la erupción a 200 kilómetros cuadrados, hoy día casi todos recuperados para la agricultura y la vida civil.

Del que ha surgido en Cumbre Vieja no voy a añadir nada, ya que le hemos visto engullir edificios, arrasar cultivos y hacer llorar a la gente. Desde los satélites se cuentan cada día las edificaciones que se va tragando y las hectáreas de terreno que se ven afectadas.

Cuando se empezó a hablar de un posible nuevo volcán en La Palma debido a la actividad sísmica registrada casi todos imaginamos un nuevo Teneguía, amable con su entorno hasta donde puede serlo un volcán. Pero este nuevo volcán cometió un error topográfico y vino a surgir en una zona poblada, rica en cultivos y con infraestructuras de carreteras, líneas eléctricas y de Internet, canalizaciones de agua, redes de comercio, que ha hecho muchísimo daño, siendo la peor parte para las familias que han perdido su primera vivienda y sus medios de vida. Por mucho que se les ayude son los más y muy perjudicados, material y psicológicamente.

Tiene la isla de La Palma dos motivos para hacernos repensar el papel y la dimensión del hombre en el Mundo. Por una parte sus telescopios del Roque de los Muchachos nos hacen ver lo grandioso que es el Universo y lo infinitamente pequeños que somos. Ahora con el volcán nos damos cuenta de lo vulnerables en que nos convertimos sin salir de la Tierra. ¿De verdad nos sentimos dioses de la creación?

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