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Rafael Dorta

Crónicas de la Revo-ilusión

Rafael Dorta

La guerra de los ideales

Vivimos construyendo ideales. El ideal de belleza, el de la fama y el dinero, el ideal del amor, el de la amistad, por no hablar del sexo o de cualquier idealización abstracta o concreta que se les ocurra, hasta completar la lista de súper poderes imprescindibles en la búsqueda de una felicidad demasiado escurridiza. Tal es la necesidad de generar estas proyecciones, que nos dedicamos a visualizarlas, y a emitir juicios de valor basados en la exaltación de esos modelos de referencia. Una tragicomedia imaginada que produce angustia vital por la imposibilidad de alcanzar el mito del éxito, pues suele ocurrir que la meta siempre se mueve de sitio o simplemente desaparece para dar paso a nuevas incertidumbres. Y es ahí cuando surgen las crisis, las guerras de poder, el cuento de los vencedores y vencidos. Obligarnos a decidir entre blanco o negro responde a la recreación de los ideales, en la política del entretenimiento, con movimientos sociales más polarizados, junto a una mutación acelerada e irreversible del mundo económico. Ansiamos un marco de convivencia que nos aporte un ideal de seguridad, pero si las estructuras protectoras, en el ámbito personal o profesional, comienzan a dar signos de agotamiento, entonces corremos a refugiarnos en la adoración de un ideal alternativo, otro líder representativo de algún dios simbólico, que será tan distinto al anterior en la forma, como idéntico en el fondo. Reproducimos el deseo metódico de autoafirmación, para soportar la corriente que desemboca en la muerte, que no es sino el renacer de otro ideal. En este momento de la historia, asistimos a una lucha titánica entre ideales del pasado y del futuro, situados a ambos extremos del presente, que es la soga en estado de máxima tensión. Quizás, los ideales sean nuestro peor enemigo en la batalla por existir.

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