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Joaquín Rábago

En EEUU hay dinero sobre todo para la gran industria armamentista

Se quejaba el otro día el senador demócrata Bernie Sanders de que muchos de sus colegas, y no sólo los republicanos, les digan a los ciudadanos estadounidenses lo preocupados que están todos ellos por el déficit y la deuda nacional.

Dicen, se quejaba el representante del sector izquierdista del Partido Demócrata, que no hay dinero para ampliar Medicare (el muy limitado programa de Seguridad Social de EEUU, garantizar el pago por bajas médicas y hacer frente a la crisis climática a fin de garantizar el bienestar de futuras generaciones.

Pues bien, añadía Sanders en un artículo publicado en la revista digital Counterpunch, pronto el Senado de Washington votará un presupuesto anual militar (ahora lo llaman eufemísticamente de defensa) de 778.000 millones de euros.

Son 37.000 millones de dólares más que el último presupuesto del presidente republicano Donald Trump y 25.000 millones por encima de lo solicitado por el actual ocupante de la Casa Blanca.

Y esto pasa, decía el senador, con una agencia del Gobierno, el Pentágono, que no ha llegado a completar nunca una auditoría independiente pese a los sobrecostes y los fraudes en los que incurre año tras año.

Por si fuera poco, el Senado se propone adjuntar a la llamada Ley de Autorización de Defensa otra que incluye 52.000 millones de dólares adicionales y que beneficiará a empresas del sector de los microchips que son de por sí altamente rentables.

De esta ley forma también parte una subvención de 10.000 millones de dólares para que el multimillonario fundador de Amazon Jeff Bezos, según el cual en el futuro los humanos nacerán en colonias en el espacio, la dedique a la exploración espacial.

Si se suman ambas piezas legislativas, se llega a una cantidad próxima al billón de dólares, que estará apenas sometida a escrutinio externo, critica Sanders.

Mientras tanto, se lamenta, el Senado se ha pasado meses enteros discutiendo si el país puede permitirse proteger a los niños, los ancianos, los enfermos y el futuro del planeta. Por todo ello, Sanders adelanta que votará “no” a la próxima ley de Defensa Nacional.

Mientras tanto, el experto del Centro de Investigaciones Políticas y Económicas de Washington Dean Baker critica que un puñado de personas se hayan vuelto asquerosamente ricas en EEUU, y no sólo allí, gracias a la pandemia que sufrimos todos.

Baker se refiere específicamente a los propietarios de las patentes de las vacunas contra el coronavirus y recuerda que ya el pasado abril, la revista Forbes identificó a cuarenta individuos que amasaron más de mil millones de dólares cada uno gracias a las acciones que tienen en empresas como Pfizer o Moderna.

Según ese economista, lo más indignante en el caso de esa última empresa es que mucho de lo por ella logrado fue gracias a la más que generosa financiación pública.

El desarrollo de la revolucionaria tecnología de ARN mensajero, que comenzó ya en los años ochenta, explica Baker, se financió desde el Gobierno, y aunque ese laboratorio creó una fundación dedicada al desarrollo de vacunas, el dinero con el que se sufragó tanto la investigación y desarrollo como los ensayos clínicos de la vacuna contra el covid19 era totalmente público.

Por si fuera poco, el Gobierno de Washington firmó un contrato que le comprometía a comprar millones de dosis de la vacuna de Moderna aunque otras demostrasen finalmente mayor eficacia.

A pesar de toda la ayuda pública recibida, se permitió a la empresa controlar las correspondientes patentes y restringir no sólo distribución de la vacuna sino fijar el precio que le dio la gana.

Así que en lugar de insistir en que el trabajo en vacunas y tratamientos realizado con el dinero de los contribuyentes estuviese a libre disposición de todos, se permitió que Moderna, Pfizer, Merk y otros laboratorios hiciesen una fortuna con las patentes en detrimento de la lucha global contra la pandemia. ¡Es el capitalismo, estúpidos!

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