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Francisco Pomares

¿Será Nira?

Parece asombroso, pero el gran debate del socialismo canario no es sobre el REF, sobre cómo actuar en La Palma, o sobre el futuro de la socialdemocracia. Es sobre si Nira Fierro será o no secretaria de organización. Hasta ayer viernes por la mañana, las apuestas apuntaban claramente en la dirección de sostener la decisión –sí o sí– de Torres de que lo sea, en sustitución del palmero doliente Jorge González. No puedo saber si anoche se produjo alguna modificación en esa apuesta de Torres para que esta joven tacorontera de probada lealtad al presidente sea la elegida. Pero lo dudo. Doña Nira, cuya experiencia profesional se limita a haber sido empleada por el PSOE durante seis años en el Cabildo de Tenerife como personal político eventual, en los dos mandatos en los que el PSOE ha gobernado con Coalición Canaria, fue ya premiada al inicio de esta legislatura por Torres eligiéndola para el puesto de presidenta del grupo parlamentario socialista. Un puesto que ella ha utilizado intensamente para someter a su jefe y mentor a una continua cascada de preguntas autobombo en el pleno.

Se trata de un trabajo de aliño, para el que hace falta una disposición especial: consiste en preguntar al presidente del Gobierno algo cuya respuesta se conoce perfectamente, para facilitar que el presidente se luzca. Nira, que ha realizado 51 preguntas parlamentarias en el pleno, ha dedicado hasta 44 de ellas en estos dos años y pico de legislatura al exclusivo lucimiento de su jefe de filas, sin preocuparse del suyo. No es por eso de extrañar que Torres quiera tenerla tan cerca también en la ejecutiva. Representa Nira bastante bien el modelo de militante que mejor se adapta y prospera en las estructuras del PSOE actual: es una afiliada leal, discreta, obediente, dispuesta a preguntar lo que ya sabe (si conviene) y a no preguntar lo que desconoce (si no conviene). Es simpática, educada (tiene carrera y master), sabe estar, y asume sin conflicto ni dudas hacer lo que le pidan que haga.

Algunos de sus compañeros consideran que no será una buena secretaria de organización, que carece de experiencia, autonomía, autoridad y capacidad para adoptar las decisiones que se precisan para gobernar un partido desde su departamento del interior, que es lo que –en términos ministeriales– viene a representar la secretaría de organización. Yo creo que sus compañeros –los que creen que no será una buena secretaria de organización– se equivocan de medio a medio. Por supuesto que no debería esperarse de ella que emule las formas y procedimientos de alguien como el mítico Jota Rodríguez, secretario de organización y administración del PSOE canario durante casi un cuarto de siglo, un tipo que también representó la lealtad, discreción y obediencia que debe adornar las cualidades de un secretario de organización. Entonces eran otros tiempos: entonces se trataba de ser leal no solo a las personas –Jota lo fue a su secretario general, Jerónimo Saavedra, pero también a los procedimientos de la democracia y a las garantías del reglamento–, y ser discreto sobre las decisiones que adoptaba el partido, y –sobre todo– obedecer –y hacer obedecer– las decisiones de la mayoría, en un tiempo en el que la izquierda daba tanta importancia a la disciplina como al criterio.

Hoy esa orientación de las virtudes de un buen secretario de organización no es ni necesaria, ni probablemente conveniente. Hoy se trata de ser leal al que te pone o te paga el sueldo, y saber guardar silencio sobre los enjuagues y componendas que ves o que urdes, y –más que nada– ser obediente ante cualquier orden que se reciba, al margen de sobrantes consideraciones sobre su pertinencia, su lógica, su justicia y quizá incluso su legalidad.

Quienes creen que Nira Fierro no está preparada para asumir las funciones que quiere encargarle el presidente se equivocan. Está perfectamente preparada. Lleva entrenándose años, es lista y competente, sabe lo que importa y lo que no, y ni se engaña ella misma ni deja que nadie la engañe. Si al final Torres mantiene su decisión –y su palabra– y la nombra, ella no va a fallarle nunca. Será la mejor secretaria de organización con la que Torres pueda contar. Otra cosa es si eso es lo que el PSOE necesita. Pero mientras Torres sea secretario general y presidente del Gobierno, lo que el partido necesite no es la clave de este nombramiento que tanto apasiona a militantes, jefezuelos y barones.

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