Opinión | SANGRE DE DRAGO

JuanPedroRivero

Necesidad de primer orden

La verdad es una necesidad de primer orden. Tal es así que justifica el derecho de información legislativamente promulgado. Conocer la verdad es una necesidad de consecuencias hasta psicológicas. Si se desconoce el camino, si no hay luz suficiente para descubrir el sendero, lo prudente es parar. Sin verdad estamos paralizados y llenos de temores.

La verdad es un derecho que nace de la misma condición humana que nos convierte en capaces de conocer y de elegir, sujetos de comprensión y de decisión. Somos así y si no se nos ofrece el servicio de la verdad, si se nos contenta con alguna opinión persona, el puzle de nuestra identidad estará permanentemente inacabado. Necesitamos conocer. La verdad es una necesidad.

La humanidad ha ido desarrollando esta búsqueda probando metodologías, cada vez más sofisticadas y rigurosas, para superar la falacia de la confusión. Así surgió la lógica formal enriquecida contemporáneamente con su aplicación matemática. Las leyes del pensamiento que, contrastadas poco a poco, han servido para alcanzar aquella verdad con la certeza humanamente posible tanto por nuestra capacidad como por la misma capacidad de la realidad de ser conocida. Un esfuerzo de gigantes a cuyos hombros habitamos como enanos asombrados.

Y hemos llegado a la era digital y al océano de información que ofrece la red y las conexiones de la internet. Un mundo tan fascinante como peligroso en el que la verdad y la mentira se entremezclan de tal modo que han ido surgiendo metodologías para discernir el trigo de la paja y servir de pedagogos y servidores de la verdad. Una posibilidad de conocimiento casi infinita marcada por la herida de intereses invisibles que no dudan en ofrecer duros a cuatro pesetas, o de manipular la información con objetivos espurios.

Tenemos ese acceso ilimitado, pero seguimos siendo mendigos de la verdad. Porque la verdad es una necesidad de primer orden. Es el fondo de la figura de nuestra curiosidad. Es el marco del cuadro de nuestra naturaleza. No somos nosotros mismos sino en la dinámica de ser amados y capaces de amor; pero nadie ama lo que desconoce, o lo que conoce limitadamente. Es una necesidad de primer orden. No nos contentamos con algo de verdad, con las migas de verdades que otros han digerido, sino que necesitamos ser sujetos de esa búsqueda que nos ayuda a encontrarnos a nosotros mismos.

Por eso, en este espacio de palabras escritas con tinta sobre papel, sobre este rotativo que, como toda la prensa, debe tener la vocación de servicio a la verdad, quisiera aplaudir con las teclas de mi teclado a cuentos realizan, del modo que sea, la noble tarea de mostrar la verdad a otros. Aquellos que han recibido el don de la diaconía de la verdad.

Educadores y maestros, profesores e investigadores, pedagogos y didactas, humanistas y científicos de todas las ciencias posibles. Artistas y artesanos de la conquista bella del bien y la verdad. A todos los que, por dedicación, pasión o profesión, han decidido no contentarse con la opinión subjetiva y no renuncian a la lucha y a la búsqueda.

La verdad es una necesidad de primer orden.

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