Opinión | retiro lo escrito

Toma el dinero y corre

A medida que uno se adentra en el proyecto presupuestario del Gobierno de Canarias para 2022 se acentúa la oscuridad, y no al contrario. Estamos en una situación económica y social cuya excepcionalidad se escapa a demasiados responsables públicos. Porque no se trata únicamente de atender a una sociedad golpeada, debilitada y empobrecida por dos crisis económicas casi sucesivas, sino de plantear una estrategia económica de resistencia y crecimiento a medio y largo plazo. Y de eso en el proyecto diseñado en la Consejería de Hacienda no hay ni rastro. Por no haber, ni siquiera se puede constatar el impacto de ninguno de esos proyectos estructurantes que a través de venturosas sinergias servirían para arrastrar a la economía regional en su conjunto gracias a la financiación de los fondos Next Generation. Insisten los fermines –las talentosas hormiguitas que trabajan para Román Rodríguez– que solo en la Consejería de Transición Ecológica encuentras proyectos por valor de muchas decenas de millones de euros, pero eso es incierto. Los proyectos y programas de Transición Ecológica no reformarán la economía canaria y, sobre todo, no crearán en los próximos años (probablemente tampoco en los próximos lustros) los muchos miles de empleos que el país necesita. Si se culminan sin duda seremos un archipiélago más limpio, pero no menos pobre.

El fortalecimiento de los servicios sociales y asistenciales se realiza sobre la base financiera de las ayudas y transferencias extraordinarias estatales y comunitarias. Cuando en 2023 se corte el grifo y se acabe el alegre fiestorro del gasto la tijera saldrá de la gaveta donde está escondida –no guardada– y comenzarán de nuevo los recortes. Pero lo más angustioso es que el pecado original de este Gobierno (el desprecio hacia el análisis, la definición y el impulso de una estrategia económica que garantice entre otras cosas recursos para la cohesión social) se ha convertido ya en una cómoda situación de llegada. ¿Para qué preocuparse por una estrategia de crecimiento, con lo complicado y jodido que es eso, si disponemos de un pastón para repartir en los próximos dos años? Tome el dinero y corre, se ha dicho woddyallanescamente este cuatripartito, y eso es lo que está haciendo: cogiendo impulso para saltar sobre el agrio presente y llegar a la campaña electoral de 2023 como un padrazo que no se olvidó totalmente de sus hijos en los días oscuros pero que se ha quedado sin un duro en los bolsillos.

Ningún proyecto presupuestario válido y sustancial atiende únicamente al presente. También va orientando, limitando, agregando preferencias y cerrando opciones, dibujando en suma el futuro anhelado, programa a programa, partida a partida. Y ese futuro en los presupuestos generales para la Comunidad autónoma que propone el Gobierno resulta invisible. Es un futuro similar a un sueño que no se recuerda bien. No se recuerda bien, por ejemplo, el turismo: esos 14 millones de visitantes anuales ya no volverán. Nos adentramos en un mundo distinto y trufado de riesgos apenas imaginables hace un lustro. El modelo turístico puede y debe cambiar. Hawai, Islandia, Croacia o Letonia –también algunas ciudades de Italia y Francia– han aprovechado la crisis económica derivada de la pandemia para repensar su turismo. Imponer tasas para desincentivar la masificación a precio de saldo. Potenciar el turismo de lujo. Estimular el atractivo de Canarias para nómadas digitales con gran capacidad de gasto. Quizás para eso sean imprescindibles transformaciones legales y normativas específicas en España y en la Unión Europea. Canarias requiere un gran ejercicio de ambición y diálogo para decidir una estrategia económica viable que le permita tener y mantener un lugar en el mundo. Este proyecto presupuestario no es más que un monedero derramado, un fugaz y tramposo cuerno de la abundancia subsidiada. La oposición debe demostrar que existe una alternativa. Si es que existe.

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