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Alberto Lemus

Nuevo comienzo

Las águilas pueden llegar a vivir cerca de ochenta años. Pero cuando van apurando los cuarenta ya todo ha cambiado: Su pico alargado y fuerte se ha debilitado y encorvado. Las poderosas garras se han ido aflojando. El peso de sus plumas, en otro tiempo livianas, dificultan cada vez más su vuelo. Es entonces cuando el águila tiene que tomar la difícil decisión de languidecer hasta morir o enfrentarse al reto de un costoso proceso de renacimiento que le permitirá alargar su vida.

Si decide renacer para seguir viviendo, el águila se asentará en la más alta de las montañas, plantará su nido donde pueda resguardarse y golpeará su pico contra las piedras hasta que se desprenda. Tendrá que protegerse y esperar largo tiempo hasta que le nazca uno nuevo. Con él se arrancará una a una sus viejas garras. Cuando las nuevas hayan brotado, será el turno de desprenderse del viejo plumaje a picotazos.

Es probable que tarde cerca de medio año en completar tan duro proceso, pero para el águila será una forma de renacer.

La metáfora del águila vuelve a mi mente cada vez que pienso en la necesidad de sobrellevar pequeños esfuerzos y grandes sacrificios para afrontar las dificultades del futuro y poder alzar el vuelo con cada nuevo comienzo. Ese proceso nos enseña que en la naturaleza todo está conectado.

Esfuerzo y sacrificio. Esos valores tan denostados en este siglo sólo preocupado por la velocidad, por el hoy. La genialidad, los resultados brillantes, hasta la creatividad. La fuerza implacable del águila. Todo proviene de largas horas de esfuerzo y dedicación, pero lo que nos cuesta trabajo ya no nos interesa.

Queremos resultados en un minuto, no leemos aquellos textos que tienen más de un párrafo, buscamos esa aplicación de móvil que nos lo da todo hecho. Hoy vale más una publicación repleta de faltas de ortografía y hecha por cualquier don nadie que los miles de horas que tú estás echando para ser cada día un poco mejor.

Pero ese efímero reconocimiento carece de la estabilidad y el futuro que seguirá a toda tu dedicación. El éxito depende de ese trabajo constante, callado, minucioso, pero no todo el mundo es consciente del valor de tanto esfuerzo.

Tú y solo tú sabes lo que te ha costado llegar donde estás, parapetado en tu montaña como hizo el águila cuando tocaba tomar un respiro para volverá a alzar el vuelo. Incluso cuando es la mitad del camino lo que has visto hasta ahora. ¿Cómo seguir? ¿Por qué perseverar? Sólo tú lo sabes.

Escucha tu voz interior, esa es la que sabe hacia dónde tienes que ir y guía tus pasos al futuro que mereces, como una voz desconocida que palpita en tu interior. Permítete un mal día, un mal resultado, una decepción, una amargura. Llora si quieres. Pero sé justo: El resultado de todo ese esfuerzo te está esperando. Llegará más pronto que tarde.

Hoy y siempre mis pensamientos son para todo aquel que despierta y lucha. Para aquellas personas que siguen permitiendo que la pasión y el esfuerzo, como también el sacrificio, guíen sus vidas. Cada día es un nuevo comienzo.

Y… No te olvides de La Palma.

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