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con la historia

Moscas contra los franceses

Hoy es día de fiesta grande en Girona porque se celebra Sant Narcís, su patrón, famoso por poner al servicio de la ciudad su enjambre de moscas que ha volado a rescatar a los gerundenses siempre que los franceses les han ido a tocar las narices. Todo empezó en 1285.

Grabado del siglo XVIII de Sant Narcís, de autor desconocido.

Ese año, el rey Felipe III el Atrevido quiso conquistar los territorios de la Corona de Aragón. Todo había empezado cinco años antes, cuando la curia escogió a un nuevo papa, de nombre Martín IV y de origen francés. Como no podía ser de otra forma, desde Roma el Pontífice quiso ayudar a su compatriota a expandir los dominios galos.

La excusa para hacerlo posible llegó en 1282, cuando Pedro II el Grande, conde de Barcelona y rey de Aragón, recuperó Sicilia, que había sido ocupada por los franceses. El interés por la isla le venía por parte de esposa, porque estaba casado con Constanza de Sicilia, legítima heredera al trono y más después de que los de Felipe III hubieran asesinado a su padre. Por tanto, Pedro se convertiría en rey de Sicilia.

Entonces, el rey de Francia recurrió al poder papal. Hay que tener en cuenta que en la Europa medieval, la institución eclesiástica tenía una influencia enorme, por eso tiene mucha trascendencia el hecho de que Martín IV excomulgara a Pedro el Grande y declarara la cruzada contra el conde de Barcelona. De hecho, en 1284, el Papa coronó como nuevo rey de Aragón al hijo de Felipe III, Carlos de Anjou.

Mientras, Pedro el Grande seguía los hechos tranquilamente desde casa y les hizo saber que si lo querían expulsar del trono tendrían que arrebatárselo. Y así fue como en 1285 la cruzada se puso en marcha. En junio, un despliegue de miles de soldados y caballos tan grande que nunca se había visto nada igual se plantó a las puertas de Girona. El rey Pedro ordenó la resistencia a ultranza con el objetivo de desgastar a las tropas enemigas. Lo intentaron hasta el 5 de septiembre, cuando se marcharon pitando. Durante esos dos meses y medio los franceses saquearon todo lo que encontraron fuera de las murallas. Incluso la Colegiata de Sant Feliu, donde descansaban las reliquias de Sant Narcís. Y aquí es donde aparece la leyenda. Se dice que cuando los malvados soldados de Felipe el Atrevido profanaron el sarcófago del santo, de su interior empezó a salir un enjambre de moscas que, con sus picaduras, causaron gran mortandad entre hombres y bestias. Las moscas, listísimas, solo iban a por los franceses, que pusieron pies en polvorosa.

Quizá la realidad de los hechos no sea tan entretenida como la leyenda, pero vale la pena saberla. Los alrededores de Girona, regados por cuatro ríos, eran (y son) una zona húmeda donde fácilmente aparecían aguas encharcadas. El hábitat idóneo para insectos transmisores de epidemias, que efectivamente es lo que causó numerosas bajas entre los acosadores. Además, dos días antes, el 3 de septiembre, la flota de Roger de Llúria derrotó, en el golfo de Roses, a los barcos enviados por Francia para apoyar a las tropas terrestres. Por tanto, Felipe el Atrevido se había quedado sin efectivos y sin ayuda logística. La opción más inteligente era la retirada.

Cabe decir que en las primeras crónicas medievales la historia de las moscas no aparece. Solo se habla de castigo divino. Solo con el paso del tiempo se fue confeccionando el relato que conocemos. La filóloga Anna Cortadellas ha estudiado el proceso de elaboración de la leyenda y ha llegado a la conclusión de que estaba inspirada en el relato de un autor del siglo VI llamado Casiodoro, donde narraba el caso de una ciudad de Mesopotamia que sobrevivió al sitio gracias a la intervención de un obispo y su grupo de tábanos y moscas. Cortadellas ha confirmado que los relatos de Casiodoro eran conocidos en la Catalunya de la Edad Media, por tanto, debería ser fácil que se produjera una adaptación a la gerundense para explicar los hechos históricos que se habían producido en el verano de 1285.

La leyenda hizo tanta fortuna que desde entonces, cada vez que las tropas francesas se acercaron a las murallas, los gerundenses corrían a rezar a su patrón para que llamara a filas a todas las moscas habidas y por haber.

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