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Alfonso González Jerez

Pleno del Parlamento de Canarias | Sesión de control al Gobierno

Alfonso González Jerez

Darse prisa no es una mala idea

La Palma puede convertirse para el Gobierno (y no solo) en un problema político de primera magnitud, y la dimisión de José Adrián Hernández no es casual ni fortuita

Entre cráter y cráter, entre llamarada y llamarada, entre visita milagrosa y visita mirífica, entre Pedro y Sánchez, el presidente Ángel Víctor Torres pudo acercarse al pleno del Parlamento y contestar una ristra interminable de preguntas que recuerdan al cronista una liturgia cada vez más cansina y previsible. Torres se prepara las respuestas cada vez más breve y sucintamente y no es precisamente aficionado a emplear la ocasión para realizar anuncios. Tampoco para agredir a la oposición, de eso se encargan, sobre todo, Iñaki Lavandera y Nira Fierro, la más joven y suficientemente preparada torrecista, que supuestamente será exaltada como secretaria de Organización del PSOE canario en el próximo congreso regional, dentro de apenas cuatro semanas, en Gran Canaria. Bueno, es cierto que el presidente abofetea respetuosamente al PP a menudo, pero es lo mínimo que cabe esperar.

Darse prisa no es una mala idea

El comienzo de la sesión plenaria se retrasó unos minutos por cambios de última hora en las comparecencias, gracias a lo cual sus señorías pudieron chismear un rato más sobre el esplendoroso futuro de Fierro (los socialistas) y el futuro incierto de Alberto Rodríguez (los podemitas) después de habérsele retirado el escaño por esa tan cuestionada como cuestionable sentencia del Tribunal Supremo pero, sobre todo, después de decidir abandonar Podemos. Respecto a lo primero, cuentan que Torres quisiera para encargarse de la Secretaría de Organización a alguien con más experiencia y mejor conocimiento del PSOE como organización regional, pero no lo encuentra: están muertos o jubilados. Fierro es tinerfeña y es mujer, dos meritorias cualidades que le han servido mucho en su fulgurante carrera política y que en este brete vuelven a mostrar su utilidad. Sus señorías de UP están preocupados y se les nota. ¿Alberto es amigo? ¿Qué va a hacer Alberto? ¿Con cuánta gente podría contar Alberto en Podemos para iniciar una aventura preelectoral y desde nuevas claves y posicionamientos buscar incardinarse en el futuro proyecto de Yolanda Díaz? ¿Ye han dicho algo desde Izquierda Unida? ¿Y desde Sí se Puede? Alberto nunca se llevó demasiado bien con Alternativa Sí se puede, pero vete a saber. En Santa Cruz de Tenerife los de SSP siguen muy cabreados por lo que les hizo Ramón Trujillo e IU. Francisco Déniz, sisepuedino de toda la vida, se encogía de hombros. Nadie parece saber nada demasiado sólido, pero tanto Laura Fuentes, coordinadora general de Podemos Canarias, como Noemí Santana, miembro de la dirección nacional, han multiplicado contactos y puesto la oreja con y en todas las facciones y grupos y notabilidades de la organización.

Las preguntas. Casimiro Curbelo mostró su preocupación recurrente, en nombre propio, por el nuevo sistema de financiación autonómica; el presidente Torres le aseguró que Canarias saldría bien parada, faltaría más. María Australia opinó, en nombre del , que Canarias salía perdiendo en el proyecto de presupuestos generales del Estado para 2022. Entre Torres y Navarro siempre se produje un partido de ping pong tan entretenido y agradable como una traqueostomía. Por supuesto, Torres suele dejar a la diputada como un colador, Hasta el incumplimiento del Convenio de Carreteras le sacó, que ya es cansado sadismo. Más adelante la señora Fierro aclararía que al menos que seas un irresponsable, un tontaco y un ignorante estabas obligado a votar en las Cortes a favor del proyecto presupuestario, y con su habitual sonrisa de encargado de pompas fúnebres Iñaki Lavandera admitió que sabía que CC votaría en contra de las cuentas nacionales para 2022, porque eran nacionalistas vacuos, hipócritas, fariseos y rebosaban de malas entrañas. Lo hizo cuando le preguntó a Román Rodríguez su análisis sobre los presupuestos de María Jesús Montero, que a Lavandera le parecían un documento excepcional y digno de ser conservado, a partir de ahora, en el Museo Reina Sofía. El vicepresidente Rodríguez le contestó que ni eran una maravilla ni eran una catástrofe y que «algunos nos encargaremos, siempre lo hacemos, que mejoren en la atención a los intereses canarios». Con «algunos» el consejero se refería a Pedro Quevedo, ese prócer discutiblemente afásico, y a sí mismo. Incluso para los estándares habituales de chulería que utiliza el señor Rodríguez su exhibición se antojó hasta un poquito ridícula, incluso en el grupo parlamentario socialista, o quizás, sobre todo, en el grupo parlamentario socialista. En medio de una situación económica y social como la que padece Canarias la extraordinaria petulancia del vicepresidente debería aflojar un poco. Pero es como pedirle olmos a una pera.

Por supuesto que las preguntas fueron más numerosas. Vidina Espino le contó a Torres que no se había construido una sola vivienda pública en Canarias en dos años y pico de legislatura; el presidente se metió en un boscoso circunloquio del que estuvo a punto de no salir, porque efectivamente no se ha construido una puñetera vivienda pública en más de dos años de legislatura. Por una vez Manuel Marrero tuvo una intervención de interés, denunciando el abuso atroz de las compañías aéreas con los pasajeros canarios pese al descuento de residentes. Pablo Rodríguez insistió en que los presupuestos son muy malos, vaya por dios, y se abotonó dos o tres veces la chaqueta mientras lo repetía, pero sin causar ningún efecto aparente. El exvicepresidente tiene cierto parecido (en bajito) con Clark Kent, pero nunca encuentra la capa o tal vez no se la pone a tiempo. A propósito de una pregunta/elogio/qué grande eres consejera formulada por la diputada María del Río la señora Santana aprovechó para anunciar, albricias, la inminente visita de la ministra de Igualdad, Irene Montero, a La Palma. Por último (o no) en una pregunta dirigida al consejero de Sanidad, Blas Trujillo, el diputado coalicionero José Alberto Díaz Estébanez, le miró fieramente a los ojos y le preguntó desde el escaño:

–¿Ordenó usted el código rojo?

Trujillo, todavía convaleciente de una molesta enfermedad, miró al techo con escasa esperanza. Le preguntaba Díaz Estébanez si había firmado la destitución del coordinador de urgencias del Hospital Universitario de Canarias, readmitido luego por sentencia judicial y despedido de nuevo a los cuatro días, entre las protestas y la indignación de sus compañeros y subordinados. Trujillo dijo que entendía la alusión cinematográfica, pero que no. Díaz Estébanez optó por no estirar más la cita. ¿De verdad creía que Trujillo (un señor bastante juicioso) iba a reconocer que sí?

–No solo ordené el código rojo, sino que después me fui de copas con Demi Moore y le conté un chiste sobre Manolo Hermoso.

Con todo en la primera sesión plenaria se produjo un consenso curiosamente amplio, aunque no llegó al PSOE. El consenso en que la paciencia de los palmeros se empieza a resquebrajar porque se han anunciado decenas, incluso cientos de millones de euros en ayudas y subvenciones, pero no ha llegado un duro. Ni un céntimo. La consejera de Economía, Elena Máñez, estuvo un rato pastoreando un discurso y dijo, entre otras cosas, que se habían reconocido unos 340 expedientes de regulación temporal de empleo, poco más de un tercio de lo que había afirmado el Gobierno regional hace apenas tres días. «¿Se estaban tramitando o han aprobado ya?», insistió Nieves Lady Barreto. Máñez contestó sin responder o viceversa. «O llega ya el dinero o muchos se arruinarán y no podrán salvar su negocio, su finca, su medios de vida», insistió a líder de CC en La Palma, que insistió en que se articulasen de inmediato, además de un paquete de ayudas, planes económicos de choque «para evitar que muchos palmeros tengan que abandonar su isla y la mala situación demográfica de la isla se agrave aún más». Luis Campos, el portavoz de CC, mantuvo un discurso muy parecido: «La gente está empezando a impacientarse. Hay que materializar los compromisos adquiridos con los palmeros y palmeras cuando antes. Y cuanto antes es ya. La situación es de la máxima urgencia, no se puede esperar». Ricardo Fernández de la Puente, desde el Grupo Mixto, y María Australia Navarro, desde el PP, coincidieron. Hasta el senado autonómico Asier Antona compareció en la Cámara para asistir a parte del debate, y se pudo comprobar que sí, que ya no parece un pibe joven y brioso, sino un senador ligeramente ceniciento. Pero la preocupación de todos los grupos era obvia. Los palmeros afectados, cansados, atormentados y a veces arruinados no pueden seguir esperando. Los ayuntamientos deben recibir perras, muchas perras. Hay que asistir pero también invertir. Hay que ayudar pero también empoderar. La Palma puede convertirse para el Gobierno (y no solo) en un problema político de primera magnitud, y la dimisión del vicepresidente del Cabildo palmero, José Adrián Hernández, no es casual ni fortuita. Darse prisa, mucha prisa, no es una mala idea. Al contrario: es una necesidad perentoria. Económica, social y también políticamente.

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