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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Noticia de la inflación

La gente que no sabe de estadísticas llena el tanque de gasolina y comprueba que le cuesta más. Lo mismo que la compra del supermercado. Y poco a poco va asumiendo que eso que dicen en los periódicos, que la inflación está disparada, le está sacando dinero del bolsillo. El incremento del Indice de Precios al Consumo (IPC) en nuestro país va a suponer un impacto en torno a los 19.000 millones a finales de este año. Y ese dinero va a salir de los beneficios de la actividad empresarial y/o de los bolsillos de las familias. Y si se traslada totalmente a los precios, de este último lugar.

Si no hay sorpresas –que puede haberlas– el IPC se nos va a subir a las barbas del 5%. Y aunque las autoridades echen mano del relativismo, calculándolo a la baja en tasa media anual, «se quedará» en un 3% frente al -0,3% del año pasado. Mientras tanto, los salarios pactados en convenio no están incorporando los incrementos de inflación porque están subiendo del orden del 1,5%, muy por debajo de lo que están aumentando los precios. Y para terminar de liarla, todas las empresas que prestan servicios o ejecutan obras de las administraciones públicas –un negocio que que supone un cuarto del PIB de España– tendrán que absorber el incremento de la inflación sin poder renegociar sus contratos: o sea, con más pérdidas o peores calidades en los servicios y las obras.

La puesta en marcha de los sistemas de producción y las redes del comercio mundial, después del cero producido por la pandemia, está causando efectos que nadie había anunciado: un encarecimiento galopante –y escasez– de las materias primas, de los combustibles y de los costos del transporte, que están afectando a todas las economías. Todo esto es muy malo para Europa, pero es peor para una sociedad como la de Canarias, totalmente dependiente de las importaciones. De momento, el alza de los precios del combustible no parece haber afectado a un componente del paquete turístico, que es el transporte aéreo. Pero cabe suponer que terminará haciéndolo. Y el aumento de los fletes, en el caso de nuestro archipiélago, añadirá más leña a la hoguera de la subida de los precios que, no lo olvidemos, en nuestras islas se encontraban ya por encima de la media del Estado.

Afrontar estas turbulencias partiendo de que tenemos unos salarios de los más bajos de Europa es inquietante. El motor del turismo vuelve a funcionar y es una buena noticia para todos. Pero esa buena nueva puede coincidir con empobrecimiento general de empresas que ya venían tocadas del ala y familias que apenas podían llegar a fin de mes.

Huele a pedo

Como la jodienda no tiene enmienda, el Parlamento de la Macarronesia Guanche ha decidido volver a transitar la carretera del esfuerzo inútil, que conduce siempre a la melancolía. Ayer se celebró una comisión para que los señoros, señoras y señores diputados decidieran si los candidatos a la Junta de Control de la Radio Televisión Canaria son «idóneos», o sea, adecuados o apropiados. La ley dice que hay que constituir la junta y que los partidos proponen a sus candidatos. Hasta ahí la letra de la canción, pero luego viene la música. Show me the money. Hay empresas que se juegan muchísima pasta y que quiere que las cosas en la televisión autonómica canaria sigan como están ahora, en una eterna «provisionalidad» y sin control colegiado. Y hay partidos políticos en el Gobierno que no van a permitir que se forme la junta. No solo porque haya un candidato incómodo —ese vitriólico periodista llamado Pomares, que algunos detestan y temen a partes iguales— sino porque además no quieren que exista órgano de control. Les adelanto, por tanto, que a pesar de que los candidatos propuestos han sido considerados ayer idóneos, por democrática mayoría, la junta no se va a constituir. Porque hay partidos que, en el pleno que toque, volverán a votar para impedirlo. Aunque tengan que cargarse de nuevo a sus propios candidatos. Y porque lo que importa es que no se constituya el órgano de control. Así que ¿para qué tanta inutilidad? A la presidenta de la ONCE de La Palma, Esmeralda Cruz, le preguntaron por el volcán que había estallado en su isla. Y contestó esto: «El volcán no lo puedo ver, pero huele como un pedo gigante». Si la llevasen de visita a este Parlamento de Canarias seguro que diría lo mismo. Porque el pedo es un estado gaseoso que suele acompañar al sólido del que deviene.

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