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Independencia patronal

Cuando parece que todo y todos estamos mediatizados por intereses de cualquier condición, mantener la independencia, que es la libertad, para no ser tributario ni dependiente de otro, con el añadido de contar con la entereza o firmeza de condición, necesaria para defenderla, es un valor irrenunciable. Lo que pasa es que no se quiere entender lo que supone, porque es un ejemplo, que la sociedad política, entendiendo por ello, a los partidos, líderes, responsables públicos o gobiernos en sus distintos ámbitos territoriales, no quieren consentir, porque crea antecedentes que les quita protagonismo e influencia. Que una persona, entidad u organización sean independientes de cualquier grupo político, sencillamente, no lo pueden soportar, porque sus tentáculos quieren acaparar, controlándolo, al conjunto social. Los políticos, quieren tener bajo su dominio exclusivo, desde la asociación de vecinos, al grupo folclórico, equipo deportivo, a la sociedad recreativa, a los centros culturales, de mayores, juveniles... Y así con toda organización que se les ponga por delante, incluso hasta las comunidades de vecinos.

Resulta que si alguien se mueve de la foto preestablecida, de lo que quieren algunos o de los cánones políticamente correctos, entonces hay que machacarlo, vilipendiarlo, denigrarlo, difamarlo e, incluso, calumniarlo. No se quiere que cunda el modelo, porque se les puede venir abajo el entramado de intereses políticos, partidistas, ideológicos, personales o económicos, que les permiten vivir cómodamente, manteniendo la condición de élite dominadora, donde entran tanto los de derechas, izquierdas, populistas o nacionalistas, porque todos, en este aspecto, son iguales. Puedo decir por experiencia –y además demostrarlo– que lo he sufrido y lo sigo padeciendo constantemente, desde todos los entornos, cuando no les gusta lo que digo, significando con ello, que mantengo la neutralidad. Ratificando que permanezco en el camino correcto de la libertad, independencia y conciencia tranquila. No estoy casado con nadie, ni con nada, sólo con mi mujer y con la responsabilidad como presidente de Fepeco. Eso fue lo que me enseñaron mis padres y viví siempre en mi familia: ser una persona de criterio.

No hay que achantarse ante los ataques malévolos. Al contrario, es oportuno hacerles frente y denunciarlos públicamente. Siendo constante en los razonamientos, firmes en los postulados y poniendo como bandera la verdad y el bienestar común. Llevamos años implantándolo en Fepeco, la patronal de la construcción en nuestra provincia. Sinceramente, estamos orgullosos porque somos la voz de cientos de empresarios, que se sienten identificados con una organización patronal, luchadora, reivindicativa, sin cobardía, que habla, que levanta la palabra, que dice lo que hay que mentar cuando es pertinente, sea quien sea o el tema que corresponda.

Fepeco, con 44 años de historia, fue fundada en 1977 por unos empresarios clarividentes que, en el comienzo de la Transición política en nuestro país, dieron un paso al frente, con agallas, para desde el asociacionismo empresarial defender a un sector básico, motor y locomotora de nuestra economía. Entre sus empresas asociadas hay un importante número de medianas, pequeñas, microempresas y autónomos, de todas las actividades que engloba el complejo proceso constructivo. Es una organización empresarial sin ánimo de lucro, independiente de la Administración, de las organizaciones de trabajadores y de cualquier grupo político. Con carácter exclusivamente profesional, tiene ámbito provincial y su finalidad principal es la representación, defensa y gestión de los intereses profesionales de sus empresas asociadas. Nos identifica la imparcialidad, la objetividad y la autonomía, que es nuestra máxima de trabajo.

Que otros u otras organizaciones empresariales o de cualquier otro espacio sigan en el vergonzoso silencio sonoro que hay en Tenerife es su problema o su decisión, que cada cual funcione como mejor crea. Nosotros, sin dudarlo, ni vacilar un instante, vamos a seguir en la brega, como un martillo pilón, con el ánimo de siempre, molestando, si es preciso, al que se sienta molestado, porque Tenerife, las Islas Verdes y Canarias, son nuestra prioridad absoluta.

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