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La chocolatina del ingeniero

Como cualquier otro día, aquella mañana de 1945, el ingeniero Percy Spencer se encontraba en las instalaciones de Raytheon trabajando en la fabricación de radares. A sus 61 años era todo un referente en la empresa, proveedora del Departamento de Defensa de EEUU. Gracias a sus innovaciones en el sistema de producción, habían podido aumentar muchísimo el número mensual de aparatos confeccionados. El radar era un invento muy reciente, basado en una tecnología muy innovadora que había tenido un papel destacable en la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, ya que permitía prever los ataques aéreos del enemigo.

Dos modernos hornos microondas.

Aunque la guerra había terminado, Spencer seguía perfeccionando las prestaciones de los nuevos radares. Aquella mañana de 1945, aumentó la potencia de los transmisores de microondas que llevaban incorporados para comprobar si podrían ser más precisos. De pronto, en su bolsillo notó una masa pastosa y caliente. Era una chocolatina que se había deshecho.

Lo que acababa de descubrir aquel ingeniero es que al transformar la energía eléctrica en ondas de alta frecuencia (conocidas popularmente como microondas), estas hacen vibrar las moléculas de agua y esto genera un aumento de temperatura de la parte no acuosa, que se calienta por contacto.

Ahora bien, para asegurarse de que la idea tenía potencial, había que hacer algunos experimentos. Spencer y su equipo diseñaron una caja metálica donde concentraron las microondas y, en su interior, empezaron a poner alimentos para observar qué pasaba. El primero fue maíz, y el resultado fueron las primeras palomitas de microondas de la historia. El segundo fue un huevo crudo, pero las consecuencias fueron desastrosas: explotó en la cara de uno de los investigadores.

Finalmente, después de dos años de pruebas, Raytheon puso a la venta un horno que funcionaba con aquella tecnología. Por sus dimensiones y coste, consideraron que interesaría a restaurantes y compañías aéreas, que lo podrían utilizar para calentar la comida durante los vuelos. Ahora bien, el aparato no obtuvo el éxito esperado y la compañía buscó acuerdos con otras empresas para tratar de sacar algún rendimiento económico. La más interesada fue una firma de electrodomésticos de Ohio llamada Tappan, que reenfocó el aparato para destinarlo a los hogares particulares. El 25 de octubre de 1955 sacó al mercado 34 unidades del modelo RL-1 a un coste de 1.295 dólares, unos 13.250 de hoy. Como suele suceder cada vez que aparece un nuevo producto tecnológico, con el incremento de la producción y de la demanda hay asociada una disminución del precio. En este caso, durante la década de los 70 en EEUU los microondas ya habían bajado hasta los 300 dólares.

La irrupción de aquel invento tuvo un impacto notable en la manera de comer de la sociedad norteamericana. Durante los años 50 el país vivió una profunda transformación en muchos ámbitos. Se puso de moda vivir en las afueras, en aquellas casas con jardín que vemos en las películas. Y en vez de ir a comprar cada día, se iba al supermercado una vez a la semana. Fue el primer gran boom de los productos refrigerados, y la industria de la alimentación aseguraba que era más saludable consumir congelados que alimentos frescos. La culminación de esta tendencia fueron los llamados TV Dinner, o cenas de tele, que consisten en bandejas con comida preparada ultracongelada lista para introducir unos cuantos minutos en el microondas. Después del «¡clinc!» solo hay que sentarse ante la pantalla y tragárselo todo sin pensar demasiado. Una parte de la industria alimentaria está especializada en este sector, que inunda el espacio de congelados de los grandes supermercados de los centros comerciales de todas las ciudades americanas.

Aunque en otras zonas del mundo esta tendencia no se ha extendido tanto, en muchas casas también hay uno de estos aparatos descendientes de los radares de la Segunda Guerra Mundial. Se usan para cocinar, calentar o simplemente preparar las palomitas de la misma manera que lo hizo 75 años atrás el ingeniero Percy Spencer.

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