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Luis F. Febles

Institutriz de dictadores

Se pasaba por el arco del triunfo la disciplina positiva. Su aval era tan extraordinario como el tamaño de sus manos, unas verdaderas manillas de plátanos para una mujer de 1,60 metros con garbo de secretaria de James Bond. Había hecho un exquisito trabajo en Corea del Norte, Alemania y la URSS al amparo de la educación draconiana de corte castrense. Su cometido principal era el de educar a futuros dictadores, creadores del mal con un porvenir de totalitarismo del bueno. La institutriz garantiza que tu hijo o hija acceda al olimpo de los grandes tiranos, genuinos hombres y mujeres con brazo de hierro para dirigir cualquier país con mono de autocracia. Su refinado método convierte a bebés adorables en auténticas máquinas sanguinarias al servicio de una raza superior, la unidad del país o la revolución proletaria. Y todo, bajo su perversa adaptación del sistema Montessori para crear autócratas. En su manual de enseñanza la única escala que importa es aquella que va del 1 al 10 en la tabla ideológica. Cuentan los que la conocieron que su carta de presentación la recita en una prosa tan franca que hiela las buenas intenciones y derrite las pocas posibilidades de educar a la prole en la fortuna de los compasivos. Greta cruza su discurso sobrio con la mirada de fascinación y asombro de los padres: «Los dictadores no nacen, se hacen y, por esa razón, se van formando desde el momento en el que alguien les limpia el camino con inteligencia». Greta jamás ofrece sus servicios, porque ella busca, rastrea y te localiza con el talento innato de elegir con éxito a la mejor cantera de dictadores. Sobre su carrera profesional se han contado historias estrafalarias y muy truculentas, desde que fue agente de la policía secreta durante la dictadura de Augusto Pinochet y brazo derecho del director de la DINA, Manuel Contreras, uno de los principales criminales del gobierno, hasta que su nombre real es Käthe Hübner y estuvo entre 1943 y 1945 al cuidado de los seis hijos de Goebbels y su mujer, Magda. Otros comentan que fue la encargada de la educación del joven Kim Jong-un durante los dos años que pasó de intercambio estudiantil en un colegio suizo, haciéndose pasar por el hijo del chófer de un diplomático norcoreano. «Soy optimista porque veo a líderes en potencia en muchas de las casas que visito, con padres y madres que cumplen a la perfección la educación narcisista, soberbia y autoritaria de los futuros autócratas. Creo que voy a jubilarme, sus progenitores los educan como vehementes déspotas». Esto lo dice Greta y tiene toda la razón. Hoy estamos recogiendo el fruto de esa semilla de desatención y desidia que construye la idiosincrasia de un sector de la juventud actual. Insultos, peleas, agresiones al que siente y piensa diferente, y una infinidad de atrocidades que contaminan a diario la convivencia. El respeto es uno de los valores más importantes que debemos inculcar a los más pequeños para convertirnos en garantes de una educación asentada en la igualdad, la coexistencia y la tolerancia. Greta no tiene que volver a educar a nuestros hijos.

@luisfeblesc

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