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José María Lizundia

La memoria histórica, una remoción bumerán

Hay que aceptarlo, es el mainstream, el furor epocal que anuncia el cielo de beatitud y fin de la historia hecha sagrada, y la definitiva condenación del mal. En este momento actual el revisionismo histórico es la luz que instaura la justicia cósmica despreciada durante siglos. La injusticia material del presente apenas tiene interés, de tal forma que ha habido que echar mano de la moral, de una deuda moral imprescriptible. El tiempo ya nada cancela, regresa igual que el tiempo mitológico y abandona el cronológico. Instaurada ahora la universalización de la víctimas (las advenidas y todas las por llegar), ya no es procedente el internacionalismo proletario y la solidaridad con explotados y oprimidos, porque su lugar, y de mayor esplendor, lo ocupan las víctimas cualesquiera que fueron, no hay ya profecías de futuro sino lacras purulentas del pasado lejano. La humanidad hecha más rebaño se alza contra el pasado aquí, en Bolivia o EEUU. Entre el futuro estremecedor del cambio climático y la sed ardiente de justicia sobre el pasado más pretérito, el presente de la realidad no pasa de mera puerta batiente, y sustracción.

Pero tal ofensiva engendra defensas y contraataques, algo que debía preverse. La memoria histérica de progreso va enlodando el aura virginal y de extrema pureza del ente II República para hacerla Frente Popular y praxis concreta: milicias, arengas, tribunales populares, paseos y sacas. Ahora es la historia la que se impone, la datación exacta, los hechos concretos, y conocemos a los republicanos que tuvieron que huir de la República: Chaves Nogales, Clara Campoamor y tantísimos. Con los detalles, los hechos, la república deviene material y humana, demasiado humana. El efecto bumerán. Resaltando todo el histerismo de gobernantes absolutamente incapaces de operar, progresar, solucionar en el presente.

Gracias a esa misma compulsión revisionista ahora sabemos que los mexicas del Imperio azteca, fueron los mayores criminales de Hispanoamérica, 30.000 muertos por ceremonia en sus sacrificios humanos, con canibalismo. Los 400 hombres de Hernán Cortés contaron con la ayuda de tribus y pueblos masacrados por los mexicas. Si todavía hoy los descendientes de indígenas son la inmensa mayoría ¿Cómo es que fue el genocidio: cuándo, lugares, datos? El odio puede sustentarse en epítetos, falsedades y denigraciones, pero no en hechos objetivos y empíricos. Incluso tenemos población aindiada que son ya nuestros compatriotas. La pregunta que cada vez se hacen más, es a qué se dedican las clases gobernantes hispanoamericanas para no poder remontar lastres/desastres sociales, económicos, políticos, educativos, de extrema inseguridad, ser sobrepasados por toda Asia: en ¡200 años! Dos siglos enteros. Es fascinante cómo están consiguiendo que la imputación se revierta.

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