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MI REFLEXIÓN DEL DOMINGO

No será así entre vosotros

De camino hacia Jerusalén, Jesús les anuncia por tercera vez a sus discípulos su muerte y resurrección.

La primera lectura nos presenta un fragmento del Cántico del Siervo de Yahvé, en el que nos anuncia que Dios quiso triturarlo con el sufrimiento, que cargará con los crímenes de muchos y que entregará su vida como expiación.

Y la consecuencia de todo ello nos la presenta la misma lectura cuando dice: Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.

Y en la segunda leemos: Por eso, comparezcamos confiados al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.

Y cómo contrasta el anuncio de la pasión del Señor, con la pretensión de los hijos de Zebedeo:“Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.

¡Mientras Jesucristo les habla de sufrimientos y de entrega hasta la muerte, ellos buscan otro estilo de vida: ser los más importantes en el reino!

Si observamos la reacción de los Doce a los tres anuncios de la pasión, comprenderemos hasta que punto, los discípulos ignoraban y estaban al margen de esta realidad: ¡No entendían nada y les daba miedo preguntarle! (Mc 9, 32).

Nos dice el Evangelio que los otros diez al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan; pero Jesucristo resuelve la cuestión para siempre diciéndoles que en el reino las cosas no funcionan como entre los jefes de los pueblos, que los tiranizan y los oprimen: No será así entre vosotros: El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos.

Ojalá grabáramos bien en el alma aquellas palabras: «No será así entre vosotros». Porque aquel espíritu está pronto y dispuesto a invadir nuestra vida en cualquier momento en que nos despistemos.

Estamos viviendo en una sociedad en la que prima la rivalidad, la competencia, la lucha por ser más que el otro, por conseguir aquel puesto… Y eso también se introduce en la vida de la familia: «Que me sirvan». «Eso que no me gusta, que lo haga el otro». «Ser yo el primero...». Y se introduce también en la vida de la Iglesia, por ejemplo, lo que llama el Papa Francisco: «hacer carrera», ir consiguiendo mejores puestos…

Y Jesucristo es el espejo en el que tenemos que mirarnos siempre los cristianos y la Iglesia entera, en nuestro esfuerzo por ser verdaderos discípulos suyos. Entonces llegaremos a sentir verdadera pena de pretender para nosotros un camino y un estilo de vida diferentes, contrarios a los que Él eligió para sí.

Termino señalando que servir y dar la vida es, en definitiva, un don de Dios, que Él concede a los que se lo piden con fe y perseverancia y con un deseo sincero de conseguirlo, y, para ello, ya sabemos el camino: intensificar nuestra vida espiritual.

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