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Jorge Bethencourt

Manual de objeciones

Jorge Bethencourt

Menos saliva y más ladrillo

Cuando se presentó el Pacto de las Flores, el acuerdo de gobierno progresista de Canarias, en su página cuatro, se anunciaba la puesta en marcha urgente de un Plan Integral de Vivienda de Canarias, entre los años 2019 a 2022, financiado con más de cuatrocientos millones, para crear «un importante parque público de viviendas de alquiler social». Pero como cantaba Pablo Milanés, el tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos y del importante número de viviendas sociales nadie sabe nada. Han pasado ya casi tres años y no están, aunque se las espera por unas dieciocho mil familias que están en cola.

Estos días pasados, el vicepresidente del Gobierno y consejero de Hacienda, Román Rodríguez, ha soltado esta perla: «Rompiendo con años de absoluta desidia guberamental en este asunto, esta legislatura ha supuesto un cambio significativo respecto a las políticas de vivienda». Nada que objetar en cuanto a la desidia de anteriores gobiernos, porque es cierto. En Canarias no se construyen viviendas sociales desde que Viriato luchaba contra los romanos. Pero ¿cuál es el cambio significativo de este Gobierno con respecto a los anteriores? Nos lo responde. Tienen un plan de vivienda —o sea, otro— de 2020 a 2025 financiado con seiscientos millones de euros para construir seis mil viviendas (me salen cien mil euros por vivienda: o sea, un casoplón). Pero, a lo que vamos: ¿otro plan? Pues sí. ¿Y qué pasa con el otro que iba del 2019 al 2022? ¿No sería mejor acabar el primero y seguir con el segundo? Igual sí. Pero el primero se ha esfumado sin que nadie sepa nada de él.

Vamos haciendo planes líquidos y evanescentes que no se cumplen. Nos perdemos en la literatura propagandística de los anuncios, de los ejes transversales y las estrategias de actuación y la semántica de la madre que parió al cordero. Pero lo que hace falta son casas. Nuevas, rehabilitadas, compradas, construidas o lo que sea. Un techo para esas miles de familias que necesitan un alquiler bajo. Casas para poner en el mercado y bajar los precios. Hace falta más ladrillo y menos saliva.

La catástrofe de La Palma está poniendo al Gobierno de Canarias en un disparadero. Tiene que hacer algo para solucionar el problema de mucha gente que ha perdido su vivienda. Pero, al mismo tiempo, tiene a miles de personas que llevan décadas en una situación de emergencia habitacional que no se ha resuelto. Va a ser difícil saltarse esa lista de espera. Y será aún más difícil de explicar que en La Palma se puedan conseguir quinientas o mil viviendas en un santiamén mientras en el resto de las islas no se ha hecho nada. Solo les queda un camino y no es hacer planes. Es hacer viviendas. Y ya mismo.

Nervios electorales

Ya están todos los con la jiribilla electoral. Como si hubieran metido un palo en el hormiguero. Casado y Abascal peleando a la derecha, con uñas y dientes, por su pedazo del pastel. El ‘presidente Pedro’ con la manguera del gasto público regando todos los jardines. Y la izquierda verdadera, Unidas Podemos, que después de comprobar que ni están unidos ni han podido han decidido cambiar de marca, apostando por una especie de «frente amplio». La frente amplia es un presagio de la alopecia, pero suena mucho mejor que el frente popular. Y además los populares están del otro lado. Están locos, estos romanos. No es como en Canarias, donde todo está atado y bien atado. Por la oposición ya suena Manuel Domínguez para capitanear el asalto y Clavijo para repetir por Coalición Canaria, a falta de saber cuántas nuevas querellas le van a meter los ‘comandos autónomos judiciales’ de aquí a las próximas elecciones. El presidente Angel Víctor –que es como le llama el presidente Pedro– ya es secretario general del PSOE de Canarias porque no hay quien le tosa. Pero por debajo tiene un mar de fondo importante. En Gran Canaria hay choque de trenes por el poder socialista de la isla. Y en Tenerife hay un alcalde del Sur llamado Mena que tiene agarrado al partido por esa bolsa que les cuelga a los toros. Queda un año escaso para resolverlo todo. Y tiene tela.

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