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Pedro Javier Castañeda García

Día Internacional de la Alta Sensibilidad (6 de octubre)

La Humanidad sigue avanzando entre abrazos de tradición y desarrollo científico. Otra meta en marcha es lograr una sociedad más respetuosa con todas las sensibilidades, a través de la campaña actual para declarar y consolidar el 6 de octubre como Día Internacional de Alta Sensibilidad (https://www.change.org/p/world-hsp-day-d%C3%ADa-mundial-de-la-alta-sensibilidad).

Las PAS (personas con alta sensibilidad) siguen cargando con algunas etiquetas sociales negativas que las ciencias de la salud vienen investigando rigurosamente y desvelando sus bases biológicas y psicosociales desde 1997, y que explicarían esa equivocada percepción general. Un avance muy reciente ha sido la adaptación a la población española adulta del cuestionario original en inglés-americano que mide cognitivamente esa sensibilidad de procesamiento sensorial (HSPS-S).

Los factores que se miden (mejor, profesionalmente) para poder definir si una persona es PAS o hipersensible son cinco: malestar sensorial por sobre-estimulación, sensibilidad de sobre-estimulación, sensibilidad estética, discriminación fisiológica fina y evitación del daño.

El malestar sensorial por sobre-estimulación. Se pueden agobiar más por cualquier estímulo intenso como luces, ruidos y olores. También son muy sensibles al tacto y a escenas violentas y caóticas. Por eso pueden parecer personas débiles o más asustadizas, pero se debe a que tienen genéticamente un sistema amplificado de percepción, y a poder ser más impactadas por esos estímulos si no han aprendido a gestionarlos, con ayuda o sin ella.

La sensibilidad de sobre-estimulación. Son personas que necesitan en mayor medida escapar y retirase a su sitio privado para recuperarse del agobio ante cualquier situación social o laboral que implique tener que afrontar muchas cosas a la vez o sufrir presiones ajenas. De ahí que se les pueda tachar de susceptibles, distantes y reservadas.

La sensibilidad estética. Son personas que perciben más sutilezas en su entorno, sean físicas o de carácter simbólico-artístico, así como mucho más sensibles a las emociones de los demás de forma presencial o virtual (alta empatía). Lo que las hace parecer más emotivas y sufridoras.

La percepción fisiológica fina. Son personas más sensibles a cualquier dolor y a sentir más intensamente sensaciones fisiológicas como las de tener hambre. También, a sustancias estimulantes como la cafeína. Por eso se les puede etiquetar de personas más nerviosas.

La evitación de situaciones dañinas. Son las que se piensan mucho las cosas, que intentan al máximo no cometer errores ni olvidos, y también que se organizan mucho para no tener que sufrir situaciones sociales desagradables o agobiantes. De ahí los estereotipos de ser más despegadas, distantes y hasta predictoras, etc.

Es fundamental que estas personas se conozcan y reconozcan como hipersensibles cuanto antes, para poder gestionar mejora su forma de percibir, reaccionar y adaptarse a las circunstancias que les toca vivir diariamente o en catástrofes, y así evitar los principales riesgos de ansiedad y depresión. Ya es un alivio este avance científico que les permite no sentirse ni peores ni mejores, sino normales dentro de un continuo de sensibilidad humana, y darse a respetar ya frente a las citadas interpretaciones negativas. Lo que les podría sobrar a las PAS (sensibilidad, empatía, creatividad, etc.) es a veces lo que se echa en falta en muchas situaciones de la vida.

Una respuesta masiva que nos llena de esperanza y optimismo es la explosión de sensibilidad y empatía social ante la catástrofe natural en La Palma, que viene causando el volcán de Cabeza Vaca, y que nos demuestra que la mayoría de las personas podemos activar esas acciones solidarias que ayuden a convertir, con hechos, cualquier vulnerabilidad y desgracia en fortaleza y resiliencia.

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