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Juan Pedro Rivero González

SANGRE DE DRAGO

Juan Pedro Rivero González

«Derretidos por la solidaridad»

De sorpresa en sorpresa. Así hemos vivido estas dos últimas semanas. Cada día una sorpresa, una explosión, una boca nueva, una incertidumbre, una torre, un acantilado. El mar en el horizonte de lo posible, y una cascada de lava. Una sorpresa intermitente y progresiva. Y un río de solidaridad incuestionable que nos ha derretido a todos un poco.

Nos decían de pequeños que “en la mesa y en el juego se conoce al caballero”. Porque la competitividad salvaje y el egoísmo insolidario tienden sus cenizas, con facilidad, en estos dos ámbitos vitales. También podríamos decir que la estatura moral y solidaria de una sociedad se conoce en medio de una catástrofe. Y en esta ocasión lo que se ha dado a conocer, sinceramente, ha venido a completar las sorpresas.

No se pueden recoger en esta página la cantidad de personas que han llamado a los servicios generales de Cáritas, a los sacerdotes de La Palma, al mismo Obispo, poniendo a su disposición infinidad de recursos, de donaciones, de ofrecimientos. En estos momentos se conoce al caballero, sin duda alguna.

Las entidades sociales, y la misma administración, han repetido una y otra vez que esta catástrofe es de largo recorrido. La solidaridad que despierta el inmediato desastre va a tener consecuencias a largo plazo. Y ahí también será donde se deba conocer al caballero.

Pienso ahora en las palabras del sacerdote de Todoque en la primera reunión mantenida con el gabinete de crisis establecido por Cáritas de nuestra diócesis. Decía que más que ayuda material, la gente estaba necesitando ser escuchada. Es la experiencia directa de que no todo acaba cuando se tienen cosas, que hay emociones que tienen que ser acogidas y compartidas. La solidaridad también es emocional.

He visto llorar a sacerdotes y al obispo, a agentes voluntarios y contratados de Cáritas. La inteligencia de las personas hunde sus raíces en los fondos de nuestro mundo emocional y sensitivo. Ahí también hay necesidad de pan y techo. Porque se nos desnudan nuestras historias y se deshidratan los recuerdos que necesitan ser pronunciados.

De largo recorrido y con hondura emocional, podríamos resumir. Algo así como lo que me recordaba mi hermana indicándome la importancia que descubre en quienes acuden al centro de salud en busca de su médico de cabecera, no solo para describir un dolor o una dificultad física; sino para poder hablar con alguien que escuche su sufrimiento.

Y en esta dinámica no me digas muchas cosas. Casi todas ya las sé. Déjame decirte a ti, déjame derramar mis sentimientos y escúchalos como acto de sublime solidaridad vital. Siempre –ahora de manera evidente- será necesario conjugar los verbos acoger, escuchar, estar, atender, empatizar…

Los grandes ciclistas se curten en las etapas de montaña. Es ahí, cuando el dolor se hace extremo, cuando se percibe dónde está el líder del equipo. Valga, pues, la referencia a la montaña: la solidaridad de una comunidad se percibe en las etapas de volcanes. Es ahí donde el dolor nos indica dónde está el equipo.

Sin duda, estamos sorprendidos, y derretidos por la solidaridad.

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