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el recorte

Azufre y plátano

Habría que decirles a quienes están rogándole a la Virgen que haya una erupción en Tenerife, que no merece la pena. Aunque sea la única manera de conseguir que te eliminen los impuestos, que te repongan la casa y los muebles, que te permitan vulnerar la ley, el ordenamiento urbanístico y la señora madre que los trajo. No sale a cuenta aguantar los temblores, el azufre y el despliegue de belillos mediáticos que nos pueden caer encima, como si fuéramos La Graciosa (a la que, por cierto, aviso, le quedan dos telediarios antes de convertirse en un acabose masificado en insoportable). Los palmeros, que son los más listos de la clase, andan con la mosca detrás de la oreja porque mucha atención, mucha solidaridad y mucha canela en rama, pero de momento sólo les han dado —constantes y sonantes— diez millones y medio de euros. A efectos de la catástrofe que están viviendo, poco más que una provisión de fondos para papel higiénico. Lo único bueno para celebrar en la Isla Bonita y Azufrada es que el plátano ha conseguido ser una excepción en la Ley de Cadena Alimentaria, con lo que ha escapado por los pelos. Penoso, por cierto, el espectáculo de los diputados de PSOE y Podemos en la comisión de Agricultura del Congreso, que votaron en contra del plátano canario y perdieron. Luego se apresuraron a decir que fue un error y solicitaron repetir la votación. No les dejaron. Han quedado fatal en la foto.

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