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José María Lizundia

Parot, un ‘pied noir’ que hizo de Bayona su ‘banlieue’

El francés Henri Parot de haber cometido sus crímenes en Francia moriría en prisión, sin contar con que el régimen carcelario de aquel país es mil veces más duro que el español. En España no hay cadena perpetua. Es la que cumplen un etarra que mató a un gendarme hace unos años en un centro comercial y el hermano de Parot. En Francia, a diferencia de España, los valores ilustrados del principio de responsabilidad personal, la autoridad/legitimidad del Estado-nación, la importancia de la ley como gran reguladora de la vida social, existen y además con plena vigencia, respeto y adhesión de la ciudadanía. Ocurre en los países formados por una ciudadanía adulta y sin complejos, y con sentido de lo que son los pilares de la sociedad en que se funda, y no están a las tarascadas políticas. Los españoles tan afectos históricamente a los absolutismos, al poder tutorial religioso y de derechas o de izquierdas, el individuo se disuelve en feligrés, clase social, partido, nacionalidad, y dependiente o víctima, por tanto la idea de responsabilidad no le es nada próxima. La falsa clemencia, sensibilidad y exculpación no son más que inhibición, dejación, irresponsabilidad.

El mercenario Parot nació en Argelia, de familia pied noir, donde no debió encontrar acomodo fue en Francia una vez expulsados de Argelia, como les pasa a algunos emigrantes musulmanes de tercera generación. En Bayona donde se asentaron descubrió a los islamistas vascos, peores que los paracaidistas franceses en Argelia. ¿Qué hacía un grupo de franceses en un comando de ETA (el más sanguinario) asesinando españoles indiscriminadamente, si ya había terminado la Batalla de Argel? Pero la guerra colonial nunca terminaba y al parecer siempre era recurrencia o imagen del inconsciente francés, hasta Sartre habló de un País Vasco colonizado por España, en un prólogo con ocasión del proceso de Burgos. La propia ETA refutó tal análisis. Pero la organización terrorista abandonó cualquier disquisición política por el crimen a gran escala.

ETA fue un grupo de criminalidad psicópata imposible de ser acogido bajo el rótulo de eficientes servidores del Estado y la banalidad del mal. Adolf Eichmann, un Julius Streicher nunca veían la nuca o los ojos de los que mandaban a las cámaras de gas, cumplían órdenes, los terroristas sí los veían, mataban a personas que respiraban, miraban y en ocasiones veían a sus hijos; sin el más mínimo pálpito de primigenia humanidad, asesinaban.

Desde el punto de vista de sensibilidad personal, del alma insondable, instinto humano de compasión, los etarras eran más inhumanos que los nazis. El último Abrazo de Vergara entre psicópatas: Bildu y Sánchez.

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