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OBSERVATORIO

La UE busca su sitio

De nuevo llega septiembre y con él un nuevo debate sobre el estado de la UE que, como el otoño que se avecina, también ha sido gris y anodino. Von der Leyen nunca ha sido una persona que se haya caracterizado por ofrecer discursos políticos y arriesgados. Más bien se limita a defender el resultado conseguido de una manera cauta. En un momento de parálisis política, de profunda crisis de identidad, y de una amplia incertidumbre, quizás, solo quizás, hacer propuestas que lleven a la reflexión y el debate podría materializarse en avances y no quedarse en discursos vacíos perlados de eslóganes.

La UE busca su sitio

Von der Leyen, fiel a su estilo, tocó muchos temas, pero todos ellos de refilón, sin profundizar ni involucrarse demasiado en ellos. Hizo guiños para contentar, como el ir alternando la lengua en función de la cuestión a tratar. Así, si tocaba seguridad y proponía una cumbre de defensa durante el primer semestre de presidencia francesa, lo hacía en francés, si el tema era el Estado de derecho, la democracia y los valores europeos cambiaba al alemán.

Sin embargo, en su afán por contentar a muchos, aparecieron las incongruencias. Habló de los jóvenes y su lucha contra el cambio climático, incluso proclamó que 2022 sería el año de la juventud, pero no habló de cómo fomentar el empleo juvenil; prometió el recorte del 55% de las emisiones de CO2 y solicitó el apoyo de China y EEUU, pero no mencionó como hacerlo. Tampoco en la política de seguridad y defensa buscó la polémica, mencionó las nuevas y viejas amenazas y la necesidad de que la UE tuviera una mayor autonomía y capacidad de despliegue donde no llegara la OTAN, especialmente en el ámbito de la ciberseguridad, con la introducción de mejoras en la cooperación y la interoperabilidad de la inteligencia, pero no entró en los temas que se encuentran en la cabeza de todos y todas sobre la necesidad o no de un ejército europeo. Eso sí, anunció que habría una Cumbre de la Defensa bajo presidencia francesa. Un nuevo titular. Hubo menciones a la necesidad de revisión del modelo de gobernanza económica y reforma del pacto de estabilidad y un tímido reconocimiento al fracaso de la política de la austeridad, menos mal, pero, de nuevo, sin una propuesta clara de por dónde avanzar.

Von der Leyen abordó los temas más conflictivos a nivel interno en la parte final de su discurso, aquellos que tocaban a los disidentes internos. En su alegato reivindicó la libertad, el Estado de derecho, la calidad de la democracia y la igualdad. Anunció una norma europea para defender a las mujeres víctimas de violencia de género y llamó a defender los valores europeos. Cero autocrítica a la evolución del proyecto europeo y la actuación de actores que han favorecido la actual situación.

Si para algo sirven estos debates es para marcar las prioridades de agenda del próximo curso. Por tanto, es tan importante lo que se dice como lo que no se menciona. Junto con la ausencia de la reforma de la política europea de vecindad o la necesidad de una estrategia en las relaciones con Rusia, la migración fue quizás la ausencia más clamorosa. Despachada en tres ideas, unidad en la protección de las fronteras, la necesidad de reducir la inmigración irregular y retornar a los que no tienen derecho a permanecer. Esto es, una política migratoria única y exclusivamente marcada por cuestiones de control fronterizo. Nada sobre la reforma del sistema de asilo, nada sobre la migración laboral y, por supuesto, nada sobre los derechos humanos de las personas migrantes.

En definitiva, tras el debate sobre el Estado de la UE de este año se puede concluir que los temas que tendrán su hueco este año son aquellos que refuerzan el eje franco-alemán. Política de defensa para París, Pacto Verde para Alemania. Las cuestiones sociales de jóvenes o violencia de género también tendrán su lugar, pero sin demasiado presupuesto. No parece claro que la reforma presupuestaria vaya a tener lugar durante el próximo año ya que estarán en su apogeo los fondos de recuperación. Así que ningún cambio sustantivo en la naturaleza o en las políticas de la UE, solo cambios estéticos y solo en algunas áreas.

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