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Alfonso González Jerez

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Alfonso González Jerez

La nueva terminal

Se ha repetido tanto que el riesgo de aburrir a todos es superior al de interesar a alguien. El aeropuerto Tenerife Sur-Reina Sofía es uno de los más rentables de Aena: casi 100 millones netos en 2019. Sin embargo debe conformarse con una terminal viejuna, achacosa y repintada que muchos turistas españoles y extranjeros consideran ya casi un pintoresquismo local y otra inaugurada en 2008, menos desagradable y torpe, pero igualmente carente de recursos tecnológicos y organizativos de última generación. A Aena, por supuesto, se le ocurrió una solución buena, bonita y barata, un edificio/parche que une a las dos terminales, que operarán así en un área única. La reacción del sur político, empresarial e inversor fue y sigue siendo de creciente y justificado cabreo. Estiman que lo que se urge es construir una nueva terminal, una obra que debería incorporarse al Documento de Ordenación y Regulación Aeroportuaria (DORA II) que incluye los proyectos a desarrollar entre 2022 y 2026. El empresario José Fernando Cabrera ha explicado una y otra vez que el coste de una nueva terminal (con todo el aparataje y la dotación técnica imprescindible) para los próximos veinte años estaría por debajo de los 400 millones de euros. En el Prat Aena pretende invertir más de 1.700 millones de euros, si es que el Gobierno de la Generalitat lo permite. Como todo lo que ocurre en el frenopático catalán, lo que se ha decidido es «seguir hablando en los próximos meses». En los aeropuertos, como en las épicas independentistas, el tiempo pasa volando. El propio Cabrera ha llegado a decir, en un rasgo de humor caústico, que si lo que hay que hacer para el Gobierno central construya una nueva terminal es oponerse, habrá que salir a la calle para rechazarla.

Hay algo anacrónico en todo esto, es decir, en la necesidad de que las que se llamaban, en retóricas apolilladas, las fuerzas vivas, deban manifestarse, protestar, indignarse, exigir, clamar por la renovación de una infraestructura fundamental para la modernización de uno de los aeropuertos más activos y utilizados de todo el territorio español y con un crecimiento de pasajeros sostenido desde su inauguración en 1978. Por supuesto que existe y debe existir competencia y que caben diferencias y preferencias técnicas entre Aena y las autoridades locales, pero no parece defendible una nueva tirita mientras se destina a Barcelona, Valencia y Madrid miles de millones. El compromiso de renovación de las grandes infraestructuras aeroportuarias –de interés estratégico en un país que tiene en el turismo su principal motor económico- debería ser sistemático y permanente y sometido a prospectivas razonables y argumentadas.

El hipotético presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín, ha convocado un pleno extraordinario para «debatir» sobre la demandada terminal, así como sobre el proyecto de puerto de Fonsalía. Martín pretende así un respaldo unánime de todas las fuerzas políticas a un montón de humo: el suyo. El exalcalde de Guía de Isora es un político sorprendente. Alguien le habrá regalado un pin en su toma de posesión y el buen hombre creerá que basta con ponérselo en la solapa para ganar un liderazgo automático. El liderazgo se empieza a ganar llegando temprano al despacho y no largándose a casa a las cinco de la tarde, por poner un ejemplo. Martín debería explicar las gestiones que ha realizado personalmente a favor de incluir la nueva terminal del Reina Sofía en el DORA II en Canarias y en Madrid. Porque en Tenerife, en Canarias y en Madrid gobierna la misma fuerza política, algo que previamente solo había ocurrido entre 1983 y 1987. Y antes de solicitar la opinión de los grupos políticos, debería aclarar cuál es la posición del PSOE sobre el proyecto Fonsalía dentro y fuera del Cabildo. Decir que están a la vez a favor del nuevo puerto, en contra o todo lo contrario no es mostrar demasiado respecto por la ciudadanía, ni siquiera por sí mismo de nueve a cinco y a ver si llego a un pescadito en Casa Mon.

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