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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La monarquía, en entredicho

Afalta de saber de qué vicios se acusará a Juan Carlos I, ya se conocen los crímenes de los que será absuelto, y que figuran en el listado de la inacabable investigación del Supremo. Debe ser la primera vez en la historia de un Tribunal de tal rotundidad en que se pide perdón al investigado, véase la nota excusatoria del pasado viernes. Son tan torpes las instituciones supremas en su expresión que no engañaron ni a un Rey más distinguido por su agudeza visual que textual, y que la emprendió a garrotazos contra los fiscales incapaces de alcanzar una conclusión sobre su figura. Ah, los añorados prontos juancarlistas en el trono, el reinado de los validos frente a los balidos de su sucesor.

Juan Carlos I nunca va a sentarse en un banquillo, por una simple cuestión de edad. Por tanto, el Supremo que ya exculpó a Urdangarin de un agravamiento de pena demostrando que la justicia es desigual para todos, debe evitarse los sudores al calificar a un Jefe de Estado que se paseaba por Ginebra con un maletín con tres millones de euros obsequiados por los dictadores árabes, según declaraciones contrastadas de su administrador patrimonial. Los delitos de que no se atreve a acusarle la fiscalía enorgullecerían a un corrupto de raza, con remanso en el cohecho y el blanqueo de capitales. En cuanto a «comisionista internacional», es otra prueba de enlazamiento sentimental con Corinna.

En el triste final de Luis XVI Capeto, el revolucionario Danton dictaminaba que «no queremos juzgar al rey, queremos matarlo». Se parece a la estridencia de Podemos, al mismo tiempo que comparte poder y suculentos privilegios con el PSOE, que se apoya en Vox para garantizar la inviolabilidad de Juan Carlos I. Ninguno como Marlaska, que en una sola mañana declaró que no le preocupaban lo más mínimo las últimas revelaciones y que eran «preocupantes». Como mínimo, la monarquía en entredicho, aunque finjan no haberse enterado.

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