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Isidoro Sánchez

Relatos herreños y La Restinga

Paca, mi mujer, y María Elena, nuestra hija, tenemos la sana costumbre de viajar a El Hierro, la isla del Meridiano cero, todos los años que podemos en el mes de agosto. Lo hacemos a La Restinga, el pueblo más al sur del sur de Canarias, de España y de Europa. Un trozo de la costa del actual municipio de El Pinar asentado sobre suelo volcánico y bañado por un mar singular, Las Calmas, donde hay un bajón cerca del volcán submarino Tagoro y está la raya marina que separa el viento alisio.

Conocí La Restinga cuando fuimos de excursión con la Peña Baeza a finales de los años de 1960, en los carnavales de 1969. Aún tenemos la foto que nos tomó Imeldo Bello Baeza en la que aparecemos en un muro de La Laja restinguera José Padrón Machín y Zózimo Hernández, por parte herreña, y Telesforo Bravo, Luis Espinosa, Celestino Padrón, Manuel Rosales y este relator por parte tinerfeña. Conocimos entonces a pescadores venidos de La Gomera y a una familia alemana asentada en una casa marina. También el pinar, el fayal brezal y el sabinar así como el histórico Garoé y los trabajos de repoblación forestal en la Dehesa Comunal que dirigía el ingeniero José Miguel González, del PFE, con Zósimo al frente de los mismos como sobreguarda forestal. Al igual que el Julan y el faro de Orchilla. Histórica la cena en Casa de Bartolo en El Pinar donde don José Padrón Machín nos deleitó con unos cánticos singulares. Con el paso de los años y una vez que se conformó el Icona, su jefe forestal, José Miguel González, me destinó a la isla de El Hierro en 1972 que compartí con La Gomera y con parte de los montes de Tenerife hasta 1987. Ello me permitió en aquellos años saludar en Casa Juan de La Restinga, donde desayunábamos de pie, al paisano orotavense el padre Antonio María Hernández que ejercía de sacerdote por la zona centro sur. Asimismo conocer el mundo forestal de los municipios de Valverde, con el Garoé de bandera, y de Frontera, que entonces incluía la Dehesa Comunal, y que en 1974 vivió el redescubrimiento carambolesco del lagarto gigante de manos de Juan Machín en la fuga de Gorreta, al igual que en 2007 el nuevo ayuntamiento del municipio de El Pinar en el que participaron tres históricos herreños piñeros, los amigos: Eligio Hernández, por el PSOE, Manuel Fernández, por el PP y Tomás Padrón, por la AHI.

Cuando viajamos este verano a El Hierro, entre el miércoles 18 al 31 de agosto todavía se vivían las secuelas de la pandemia de la covid-19 a pesar que la isla estaba colocada a nivel 1 en el ranking sanitario. La hija fue en barco con su coche y nosotros volamos después del mediodía para coincidir en la noche en Valverde. Ello nos permitió encontrar a un taxista portuense, Jesús, hijo del amigo Alfonso, trabajador de Telefónica, y disfrutar de la tarde en la zona fresca de la capital herreña. Saludé por teléfono a Tomás Padrón recordando viejos tiempos de cuando nos enseñó a la familia la Gorona del Viento. Se notaba el cambio del tiempo a partir de las cuatro de la tarde, hora en la que abrían algunas tiendas y cafeterías. A las 8,30 de la tarde noche quedamos para cenar con nuestra hija en Echedo, donde pudimos reservar en el último minuto para encontrarnos en el restaurante La Higuera de abuela, un sitio muy agradable. Luego rumbo a La Restinga donde nos alojamos en Arenas Azules a las 12 de la noche.

A partir del jueves 19 hasta el lunes 30 de agosto vivimos unos días especiales en la isla herreña. Además de arreglar problemas domésticos con amigos canarios y venezolanos pudimos compartir varios acontecimientos. Los más llamativos fueron las arribadas de tres cayucos. Cinco migrantes el primer día, unos cuarenta el segundo y más de cien al mediodía del tercero. Al parecer se trataba de una oleada de subsaharianos ansiosos de emigrar hacia la Europa comunitaria a través de la isla más al sur y occidental de Europa. Me acerqué al muelle para tomar fotos y coincidí con el amigo Donacio Cejas Padrón, viejo amigo de la época de su tío Matías Castañeda. Hablamos largo y tendido de Cuba y de Venezuela. A los dos días me envió su reciente libro: Crónicas Pretéritas. Para no perder las costumbres hicimos visitas de rigor y saludamos a los amigos de siempre aunque a veces surgen algunos nuevos como Alexis W y Víctor Álamo de la Rosa, autores de otro libro singular sobre El Hierro, del que hablaremos. No podía faltar las visitas a Alexis y Manolo, a Elio y a Flora, y por supuesto a Lorena. Por otro lado a la familia Mora que acudió en abundancia a la Restinga como el amigo orotavense Epifanio con la suya, con su esposa Primitiva y sus dos nietos. Visitamos en algunas ocasiones puntuales el casco de El Pinar y nos llevamos sorpresas agradables por parte de Alexis W con el que conversé acerca de la Reserva de la Biosfera, del Geoparque, del futuro Parque Nacional marino de las Calmas y del futuro libro sobre Zósimo. Nos llevó al Mentidero y nos sorprendió con una reunión familiar, con Antonio Gutiérrez y con Cirilo Leal. Otro día la familia fuimos a Jinama, al Mocanal y al Mirador de la Peña. Habrá que volver pronto ya que tengo que seguir escribiendo sobre Ferro, el nuevo Hierro de Alexis W y de Víctor Álamo.

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