Con motivo de las catástrofes atmosféricas que se han producido recientemente con crudeza máxima en algunas zonas del este de la España peninsular, dedico estos comentarios enumerados a personas o familias conocidas de mi entorno vivencial que han sufrido similares terribles sucesos.

1. He de mandar un recuerdo cariñoso a la viuda de un compañero de trabajo que falleció hace tiempo. Ahora ella vive con sus hijos en la zona de Alcanar, en la provincia de Tarragona, donde han incidido con más virulencia las inundaciones, con lluvias que superaron los doscientos litros por metro cuadrado en una hora. No puedo comunicarme directamente y no sé qué habrá sido de ella y sus descendientes.

2. Otro caso. Yo iba a las otras islas canarias de visita de obras, como técnico funcionario del Gobierno. Y cuando veía a un conocido desde la infancia, que era piloto en el avión pequeño, Fokker o Binter, me ponía a temblar, por conocer sus antecedentes infantiles, muy excitable y, como decimos en Canarias, muy ‘desinquieto’, algo fuera de lo normal….

Para más inri, hubo un aparejador peninsular que trabajó con nuestro equipo técnico en Tenerife un par de años, que era novio de una azafata; él comentaba que cuando el Fokker iba a aterrizar en El Hierro, como la pista en principio era muy corta (poco más tarde se realizaron obras para hacerla más larga), se decía en el argot de los pilotos que “¡había que dejar caer el avión!”. Yo volaba, en consecuencia, algo acoxxxonado...

3. En noviembre de 1950 hubo un inmenso temporal de agua en Tenerife, y tres miembros adultos de una conocida familia, decidieron no obstante desplazarse desde La Orotava a Santa Cruz en plena tormenta. Fue un día invernal e infernal. Se desbordó un dique entre Tacoronte y Los Rodeos, y el aluvión de agua cruzó sobre la carretera y se llevó por delante el coche de estos mencionados vecinos. La inmensa torrentera llevaba tal fuerza, que nunca se encontraron dos de las personas accidentadas, que seguramente fueron por un barranco a parar al mar por la costa de Tacoronte o La Laguna. La tercera persona sobrevivió milagrosamente.