En Tenerife no hay ninguna gran obra que no se malogre. Cuando no es por un escarabajo es por una babosa, cuando no es por Juana es por la hermana, pero los proyectos se eternizan y se pudren en las estanterías de la nada.

Nos pasó con el super puerto de Granadilla, que acabó convertido en un fiasco. O con las torres de Vilaflor, que por no tocarle los piñones a los pinos acabaron tendidas a lo largo de la autopista del Sur como horrorosas fichas de un dominó gigante. Y nos pasó con la central de gas que no se construyó en esta isla para mayor gloria del Puerto de la Luz de Las Palmas, que sí tendrá una para abastecer a todos los buques que operen con puertos de la Unión Europea.

Pero siendo todo eso verdad, sobre el nuevo puerto de Fonsalía tengo mis dudas. Es verdad que Los Cristianos ya no da más de sí. Pero habría que plantearse si el proyecto de ese nuevo puerto es realmente necesario o podemos jugar otras cartas más inteligentes. No se trata de afectar a los cetáceos, porque eso es una estupidez —lo mismo afectan en una travesía que en otra— sino de no meter la pata haciendo cosas innecesarias.

Hay que reconocer que el puerto de Granadilla ha sido un pufo. El proyecto inicial se mutiló. Y se ha incumplido clamorosamente con lo que se dijo. Porque lo que se contó es que el puerto de Santa Cruz se dedicaría al turismo y los tráficos industriales se derivarían al Sur. Eso habría transformado la capital —habría sido una revolución para el municipio que recuperaría su relación con el mar— y sería un chute para Granadilla. Pero no se ha cumplido. Los que plantean que ese nuevo puerto se puede aprovechar para los tráficos de las islas menores no están diciendo ningún disparate.

Pero hay otras alternativas. Las futuras instalaciones portuarias del Puerto de la Cruz podrían absorber el tráfico con La Palma, desatascando el número de usuarios de Los Cristianos que es un puerto estratégico y vital para La Gomera. Y todas estas opciones merecen una pensada antes de meter la pata y la pala.

Lo que no puede ser es que esto se esté discutiendo después de dos décadas de perder el tiempo. Lo que no puede ser es que nos sigan tomando el pelo. Que nos digan que no se sabe si el informe de impacto ambiental ha caducado como un yogur. Que se siga perdiendo el tiempo y el tren del futuro sin hacer nada de nada.