Los expertos económicos consideran que el crecimiento de nuestro PIB (que puede estar entre el 7% en este ejercicio y el 10% en el 2022), está vinculado a que nuestra tasa de vacunación sea lo suficientemente alta como para alcanzar la inmunidad colectiva; ya que es evidente que la mejor forma de proteger a toda la comunidad de este virus (covid-19), o del cualquier otro como el sarampión o la gripe, pasa por ser responsable y solidario, vacunándose para impedir que dicho virus se propague. De esta forma, el retorno del turismo extranjero se aseguraría, al menos, para la próxima temporada; lo que vendría a reactivar nuestra maltrecha economía.

Pero nada se solventará si los responsables políticos y sanitarios no adoptan la legislación oportuna y las normativas que de ellas se deriven. Nuestros gobernantes sólo tienen que ponerse a ello: gestionar lo mejor posible esta pandemia, responsabilizándose de cada decisión que adopten y, sobre todo, comunicándolo de la mejor manera posible. No es de recibo que durante el tiempo que llevamos de pandemia los partidos que conforman el gobierno y sus apoyos parlamentarios, no hayan sido capaces de legislar para dotar a las comunidades autónomas de un marco común de actuación. No es admisible que nuestros gobernantes, con el presidente Sánchez a la cabeza, desista de sus competencias —seguramente para evitar el rechazo social—, y la responsabilidad de lo que hay que hacer recaiga en los presidentes autonómicos y/o los tribunales de justicia.

Debido a esta falta de legislación, y al hecho de que los políticos confiaran en que la justicia —en este caso el Tribunal Supremo—, unificara criterio y creara doctrina que les sirviera a ellos para salir airosos de su falta de valor político, y de su manifiesta ineficacia en la gestión sanitaria de la pandemia; es por lo que nos encontramos actualmente en medio del caos: los jueces gobernando y los políticos de vacaciones y dedicándose tan sólo a salir en las noticias cuando hay algo positivo que vender. Que si foto ante un incendio apagado, que si foto ante los refugiados afganos, que si foto ante el cartel donde dice que Bruselas nos va a mandar miles de millones para pagar no se sabe muy bien todavía qué o a quién… Ante todo mercadotecnia positiva y ni una palabra de cómo va a atajar los botellones, o el grave problema humanitario y social del embudo migratorio en Canarias, y/o el desorbitado precio de la luz.

Pero volviendo a la tasa de vacunación, es evidente que es mejor vacunarse que estar pidiendo perdón desde una cama de una UCI por no haberlo hecho. A los negacionistas y antivacunas y a todos esos que botella en mano defienden su libertad de poder divertirse y vivir su propia vida sin impórtales la de los demás, habría que decirles que el daño social que su actitud comporta puede llegar a ser irreparable. Porque tal vez olviden que los derechos individuales, en parte, pueden dejar de serlos cuando se enfrentan a los derechos colectivos. Porque en una sociedad, y ante determinada situaciones de peligro real, como guerras, cataclismos, pandemias…; Cuando se produce la colisión entre derechos individuales y colectivos, ha de primar la defensa de los intereses generales de la sociedad.

Debido a ello, los expertos en economía avisan, o más bien advierten, de que el escenario de recuperación previsto está sujeto, o se vería seriamente afectado, por la evolución de la pandemia; así como por el avance en el proceso de la vacunación. Y esto es debido principalmente a que las nuevas variantes tienen más transmisibilidad y letalidad. Si seguimos vacunándonos cada vez más rápidos y llegamos a una mayor cobertura de la población, y a la vez los científicos siguen obteniendo nuevas vacunas que nos protejan de las sucesivas variantes el virus, podremos llegar a rebajar la presión asistencial y en un futuro no muy lejano a poder convivir con el virus. Todo está en nuestras manos. Seamos responsables.

macost33@gmail.com