En la última semana el Valle de Aridane y La Palma en general conocieron los riesgos y padecieron los daños de los siniestros que castigan las áreas donde se unen las masas forestales y los suelos agrícolas y de real y potencial expansión urbana. Fue el primer incendio interfaz –neologismo que procede del ámbito digital– ocurrido en la isla y curiosamente en El Paso, primer municipio de Canarias que cuenta con un Plan de Prevención de Incendios aprobado y homologado y que, durante todo el año, organiza actos de preparación, divulgación y concienciación entre las entidades y colectivos ciudadanos.

El fuego comenzó el martes 17, sobre las 11,45 en el kilómetro 22 de la carretera LP-3 y las altas temperaturas y el viento constante –que a lo largo del día alcanzó rachas de cien kilómetros por hora– lo extendió hasta Los Llanos de Aridane por un perímetro de doce kilómetros y trescientas hectáreas que quedaron devastadas.

Los peores momentos se vivieron los dos primeros días «pero los trabajos denodados de la primera noche y el esfuerzo continuo de los efectivos locales e insulares y los refuerzos de los bomberos de Tenerife, la UME y un bloque cohesionado de casi doscientas personas, con medios terrestres y aéreos –helicópteros de la Guardia Civil, GES, BRIF, asi como el Kamov, con base en Los Rodeos y el Air Tractor localizado en La Gomera– evitaron que la catástrofe llegara a peores cotas», según Julio Pérez, consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad.

La valoración conjunta de las policías locales incluye treinta y dos viviendas –nueve de ellas destruidas en su totalidad y todas con graves daños, algunas dedicadas a la explotación turística y ahora inutilizadas para esos fines; todas con pérdida de muebles, enseres domésticos y ropa; vehículos familiares y dedicados a las tareas agrícolas destruidos; maquinaria agraria; invernaderos de frutos tropicales, fincas de aguacates y plataneras tampoco se libraron de las llamas y, «por perder» –según nos contó el alcalde pasense– muchos perdieron hasta la escrituras que acreditan su propiedad, los documentos personales y hasta las pólizas de seguros que tenían suscritas sobre las viviendas o fincas destruidas».

Ángel Víctor Torres anticipó la declaración de Zona Catastrófica que el Consejo de Ministros de ayer decretó para «todas y cada una de las comunidades que sufrieron este verano y otro tipo de catástrofes naturales». Además, el presidente del Gobierno de Canarias se comprometió a «abrir las líneas de subvención con la mayor rapidez posible; ayudas directas que se activarán cuanto antes para que personas y entidades accedan a ellas».

Sergio Rodríguez celebró la prontitud de la decisión gubernamental –una semana después del suceso– y reclamó que «se facilitaran al máximo las tramitaciones de las ayudas para los damnificados; y que la acreditación de las propiedades y los daños se pudiera salvar con testimonios de los afectados, los vecinos e informes de las policías locales, porque no se pueden añadir tardanzas, pegas y complicaciones burocráticas al drama que están viviendo muchas familias de El Paso y Los Llanos».

Los ayuntamientos presididos por Sergio Rodríguez y Noelia García coinciden en destacar la eficaz coordinación de todos los medios en la lucha contra «un incendio inédito hasta ahora», han dispuesto todos los servicios municipales para atender a los damnificados. Subrayan también con orgullo el movimiento de solidaridad que el suceso despertó en la isla y Canarias.

En las horas de las evaluaciones, las reparaciones y las reconstrucciones conviene también la creación de un modelo de prevención y lucha, ajustado a nuestras características geográficas y topográficas. Es imprescindible el estudio y determinación de los riesgos y líneas de actuación en las zonas de confluencia de los espacios naturales, agrícolas y urbanos que, con diferentes relieves y aspectos, aparecen en los catorce municipios de una isla, ahora mismo en sobresalto. Es imprescindible cuidar esa circunstancia en la planificación territorial y en la dotación de infraestructuras para fortalecer, con las medidas de protección civil oportunas, esos flancos por la facilidad con la que se propagan los incendios, la magnitud que alcanzan sus daños y el riesgo sobre las personas que, por suerte, no se produjeron en este caso. Se trata también de llevar al conjunto de la sociedad la evidencia de esa amenaza para que cuiden responsablemente sus propiedades. Ahora, todo hay que decirlo, las ayudas particulares a los damnificados, generosas e inmediatas, demostraron una vez más el noble talante y la altura de miras de nuestro pueblo.