En la película titulada El lobo de Wall Street, Leonardo Di Caprio, especulador del mercado financiero, trataba de explicar a su incipiente jauría de depredadores financieros la importancia de la oferta y la demanda.

Para ello, les muestra un bolígrafo a todos y les pide que le muestre como lo venderían.

Tras una serie de desafortunadas intentonas, le hace la pregunta concreta a uno de ellos, con más experiencia, como lo haría.

Éste le pide la Leonardo di Caprio su bolígrafo y le pide: «hazme un favor, escríbeme tu nombre en la servilleta».

«No tengo boli», le responde escuetamente. A lo que el vendedor le replica: «Exacto, ese es el problema, oferta y demanda».

En este momento postpandemia todo el mundo pide ayuda. Y el Banco Central Europeo, o los Gobiernos de turno ofrecen ayudas para mejorar la demanda cuando el problema es de oferta.

¿Para que damos mas dinero público o préstamos a los consumidores si no hay oferta de productos o servicios que comprar?

Veamos varios ejemplos:

El exceso de compra del BCE provoca una inflación no prevista que asusta a mercados financieros y economía real.

China acapara materiales de construcción o microchips y las empresas que venden a precio fijo pierden dinero, cuando no se desesperan por los retrasos en los embarques de contenedores por su acaparamiento o cierres de puertos chinos por los rebrotes de la pandemia.

Canarias tiene una tasa de paro por encima del 20% (o del 60% para los jóvenes) y cuando abren los hoteles no encuentran personal para cubrir las plazas necesarias, teniendo que importar mano de obra de fuera de las Islas.

Las empresas de alquiler de vehículos vendieron, con una habilidad digna de alabanza, la mayoría de los excedentes de coches de alquiler para hacer tesorería y poder sobrevivir. Ahora cuando van a comprar coches nuevos para ofrecérselos a los turistas, los fabricantes de coches no pueden entregárselos porque no hay microchips suficientes para fabricarlos, por lo que hay escasez y suben los precios.

Por tanto, es momento de aumentar las ayudas temporalmente a los consumos afectados y de invertir en infraestructuras. Nuevas, de reposición o tecnológicas pues el reto del futuro no solo pasa por la modernización sino por la competitividad para mejorar nuestra oferta.

Tanto turística, como conexiones o inversiones empresariales.

Una buena prospección del futuro adaptaría los idealismos a la realidad económica y social.

Ahí ganamos todos.