Agosto es un mes muy peligroso en el hemisferio norte para los incendios forestales. Altas temperaturas, ráfagas de viento, sequía, veraneo de gran parte de la ciudadanía y otros etcéteras entre los que destaca el cambio climático y las catástrofes naturales que le acompañan. En este año de pandemias lo hemos venido comprobando en las inundaciones ocurridas en Alemania, Bélgica y en China al igual que en los incendios forestales que asustan a los Estados Unidos en California, a Rusia en la Siberia y a Turquía, Grecia e Italia en el Mediterráneo europeo sin olvidar de momento a Túnez y Argelia. No es de extrañar ya que desde que arrancó el siglo XXI los expertos en la materia ya anunciaron un nuevo orden internacional que caracterizaría al planeta Tierra. En algo más de veinte años lo hemos venido comprobando. Curiosamente todos estos fenómenos se han producido recientemente en las semanas de los Juegos Olímpicos que se celebraban en Japón. Mientras tanto, como bien lo denunció y escribió la periodista italiana Michela Murgia, fracasaba en Nápoles la conferencia sobre Energía y Medio Ambiente que habían organizado los responsables ministeriales de los países más ricos del mundo para decidir y acordar los dos puntos más importantes para evitar los desastres que pueden traer el cambio climático por no evitar la descarbonización para 2025 y la limitación del calentamiento global por debajo de los 1,5 grados centígrados.

Hace un año que aposté por el autoconsumo eléctrico y contraté una instalación fotovoltaica en la residencia familiar del Puerto de la Cruz, en Tenerife. Resulta satisfactorio poder leer todas las tardes - noches los datos estadísticos que surgen cada día al leer la aplicación de la Fusión Solar. Por ejemplo, en el día de escribir este relato energético en el móvil puedo contemplar los siguientes datos: Producción: 9,10 kWh; consumo de electricidad: 14,77 kWh; autoconsumo: 9,10 kWh, es decir un 61,61 %; energía importada o comprada: 5,72 kWh, o sea un 38,36%. Como beneficios medioambientales leo el ahorro estándar de carbono, el CO2 evitado y los 187 árboles equivalentes plantados en el tiempo del autoconsumo que ofrece un rendimiento total de 3,43 MWh durante el año transcurrido entre agosto de 2020 y el actual.

De los incendios forestales en Europa se preocupan y se interesan personas sensibles con la naturaleza que viven en el hemisferio sur de América. Una de ellas es una amiga y colega que reside en Ecuador y conoce bien el mundo de la naturaleza. Estaba asustada por las noticias derivadas de los incendios forestales en el Mediterráneo europeo. En la conversación online salió a relucir Turquía, Grecia e Italia y también Túnez y Argelia. Me preguntó por la Ley de Montes de España respecto de los incendios forestales y le respondí con las diferentes normas legislativas. Una aprobada en 2003, modificada en 2006 al igual que la vigente desde 2015. También le comenté las conclusiones que espero se adopten próximamente en Glasgow respecto al informe recién aprobado por los expertos de la ONU y redactado para el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) donde afirman que no hay duda de que es la actividad humana, quemando combustibles fósiles, la que provoca el calentamiento de la atmósfera y el efecto invernadero elevando la temperatura de la Tierra, con las consiguientes repercusiones catastróficas del futuro. Le apunté que las modificaciones puntuales de la Ley de Montes de 2003, tanto en 2006 como en 2015, son consecuencia de valorar la importancia de los montes como infraestructura verde y de la necesidad de la coordinación interadministrativa de directrices sobre diferentes aspectos de los incendios forestales que podamos sufrir en el futuro. Unas veces derivadas de la normativa comunitaria aprobadas por parte de la Comisión Europea y, en otras, del marco constitucional español donde se reconoce el concepto de multifuncionalidad de los montes y se profundiza en la consideración del territorio forestal como una parte importantísima del mundo rural al que pertenece.

Así mismo le comenté que es pública la convocatoria de una cita europea en el segundo semestre de 2023, cuando España ocupe la presidencia rotatoria de la Unión Europea. Sería bueno que la cita se celebrase en Canarias, la región ultraperiférica española (RUP) de la Unión Europea donde mayor número de horas de sol se consiguen anualmente para que se impulsasen los proyectos europeos relacionados con la transición energética y el cambio climático. Por ello no deben extrañar las soluciones que se plantean con proyectos hidroeléctricos fundamentados en el binomio Agua-Energía, sobre todo cuando los ciudadanos españoles sufren en sus bolsillos unos costes desmesurados de la luz. De camino no estaría mal que los 27 estados miembros de la UE conociesen la situación de la migración a Europa por la ruta de Canarias. Sería una buena manera de evitar los incendios del futuro.